¿Pandemia 2.0?

¿Pandemia 2.0?.. escribe Marco Paz Pellat en #ElPoderDeLasIdeas

La pandemia del Covid-19 apareció de pronto para ponernos a temblar a todos. Nadie estaba preparado para enfrentarla y sus consecuencias han sido significativas. Poco a poco empezamos a dimensionarlas.

Reaccionamos primero para detener la propagación del virus. Ahora nos sorprendemos al conocer nuevas y profundas consecuencias en diferentes frentes. De ahí nace la preocupación de

los efectos que tendrá la pandemia en materia de desigualdad, ya de por si un tema dramático a nivel mundial, nacional y local. Algunos empiezan a llamar a dichas consecuencias como la Pandemia 2.0.

Los primeros temas que se ponen a consideración para evidenciar esta nueva versión de la pandemia son los relacionados con la vacunación contra el Covid-19, los daños a la educación y el impacto en el ingreso y el crecimiento de la pobreza.

Existe la certeza que con el avance en la vacunación de las personas se logrará controlar los efectos del Covid-19 en la salud y permitirá recuperar la vida social y económica. Esta postura tiene sólidas bases científicas, principalmente si nos acercamos a la meta de vacunar al 70 o 75% de la población para obtener la inmunidad de “rebaño”. Conlleva retos importantes, como es la  producción suficiente de vacunas, la distribución y su aplicación en los distintos países.

También abre un debate que está creciendo: ¿Cómo avanzar en esta meta sin crear nuevas condiciones de desigualdad entre países y entre sus habitantes con relación a quienes han sido vacunados y quienes no lo han sido?

La presión por recuperar la normalidad está obligando a los gobiernos a pensar en mecanismos como el desarrollo de pasaportes de salud, como es el caso de la Unión Europea y Estados Unidos.

El cuestionamiento a este sistema oficial de autorización es que valida que quienes han sido vacunados pueden tener derechos y ventajas sobre quienes no han sido vacunados.

Y aquí vienen los cuestionamientos: ¿Es correcto dar un trato diferente entre quienes han sido vacunados y quienes todavía no lo están? ¿Ello no crea desigualdad, discriminación y exclusión? ¿El estado puede dar un trato desigual y limitar las libertades de los no vacunados? Y se ponen ejemplos a consideración: a) aquellas personas que no pueden ser vacunadas porque tienen una contraindicación médica (edad, condiciones de salud y/u otros factores); b) aquellas personas que no quieren ser vacunadas (antivacunas o por simple razón de autonomía); y c) aquellas personas  que no tienen acceso a la vacuna. ¿Estas personas tendrían restringidas sus libertades de movilidad por no tener un pasaporte de vacunación? ¿Qué hacemos con estos grupos?

(https://theconversation.com/el-riesgo-de-division-social-entre-vacunados-y-no-vacunados-156886). Otro impacto importante en la desigualdad es el caso de los efectos de la pandemia en la educación. La reciente encuesta del INEGI sobre el Impacto del Covid-19 en la educación, concluye que 738 mil alumnos abandonaron las aulas por la pandemia en el ciclo escolar 2019-2020 y que en el ciclo actual esta cifra se incrementó en 5.2 millones, ¡el 20% de la matrícula total!

También revela que el 58% de los niños y jóvenes aseguran que con las clases remotas no se aprende o se aprende poco. De ahí viene el chiste cruel de que se llaman clases remotas, porque

esta remoto que aprendas.

Otro caso adicional es el impacto del virus en el ingreso de las personas y sus consecuencias en materia de pobreza. La CEPAL publicó un informe sobre los efectos de la crisis por el Covid-19 en la

región y concluye que México será uno de los países con mayores tasas de crecimiento de la pobreza. Anticipa que la pobreza crecerá 7.1%, lo que significa que la población en esta situación pasará de 41.9% al 49.5%, y la pobreza extrema pasará de 11.1% a 17.4%.

Estamos por entrar al parecer a una nueva fase de la actual pesadilla, la pandemia 2.0, marcada por la desigualdad. Es una situación compleja de valorar en este momento. Merece un debate más amplio y profundo, donde estén en el centro los derechos, el futuro de las personas y la necesidad de apoyos urgentes por parte de las autoridades.

Este es un debate que no está en la agenda en México. Valdría la pena empezar a analizar cuál sería la mejor opción para atender estas graves amenazas que pueden profundizar las brechas ya existentes de desigualdad. De no hacerlo, todo indica que los daños de la pandemia pueden ser mayores, prolongados y estructurales.