Ricardo Anaya: ¿quién es?

Continúo con el análisis de los precandidatos a la Presidencia de la República y le toca el turno a Ricardo Anaya, quien pretende encabezar esa posición por la coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano, denominada Por México al Frente.

Anaya es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro, donde obtuvo un título con mención honorífica. Es maestro en derecho fiscal por la Universidad del Valle de México y doctor en Ciencias Políticas y Sociales, con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha ocupado diversos cargos públicos y legislativos a nivel estatal y federal, fue dirigente del PAN en Querétaro, donde forjó su carrera política, y también dirigente nacional de dicho partido a nivel nacional.

Su salto a la política nacional tuvo lugar cuando se desempeñó como Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados del Congreso Federal de septiembre de 2013 a marzo de 2014, donde mostró liderazgo y capacidad para construir acuerdos con todas las fuerzas partidistas.

Como dirigente nacional del PAN tuvo un desempeño positivo en los comicios estatales de 2016 al arrancarle al PRI, el PAN solo o en coalición con el PRD, las gubernaturas de Aguascalientes, Veracruz, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo, además de retener Puebla. Hoy, Acción Nacional gobierna 12 estados de la República; más de 41 millones de mexicanos, la tercera parte de la población nacional. Un logro indiscutible.

En un debate organizado por el periodista Joaquín López Dóriga con los presidentes de los partidos políticos para analizar el resultado de los comicios de junio de 2016, Anaya mostró su capacidad para polemizar con un personaje de la talla de Manlio Fabio Beltrones, a la sazón dirigente nacional del PRI.

En un gesto audaz, impulsó un acercamiento a la izquierda para forjar la más amplia coalición opositora de la que se tenga memoria desde 1988, cuando el Frente Democrático Nacional -una alianza de priistas disidentes e la izquierda- desafió la hegemonía del PRI en la Presidencia de la República y fue víctima de un escandaloso fraude.

Hoy, Por México al Frente es una realidad, ya cuenta con una plataforma política, y se ha posicionado como una de las tres principales fuerzas en la intención de voto hacia las elecciones presidenciales de 2018.

Analistas como Leo Zuckermann o Héctor Aguilar Camín, aseguran que es el personaje con mayor espacio para crecer políticamente y para crear un discurso disruptivo. Ya lo hizo de alguna forma, al criticar a los expresidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón por su incapacidad para desmantelar las estructuras de corrupción creadas por el PRI. “Quedó intacto el pacto de impunidad”, afirmó el precandidato. Su apuesta por el cambio se demostró, también, con el lanzamiento de su precandidatura en el marco de un evento que llevó a cabo en un formato moderno e innovador tipo TED Talks. No escogió la plaza de toros o el Auditorio Nacional, sino las redes sociales para dar a conocer su intención de ser presidente de México.

Otro elemento disruptivo es su propuesta de instrumentar un Ingreso Básico Universal como un ingrediente central de una sociedad libre, justa y sustentable. Con ello, ha introducido al debate un elemento de fondo en contra de las soluciones tradicionales de política pública contra la pobreza y la desigualdad que enarbolan los otros precandidatos.

Un reciente libro, a cargo de Philippe Van Parijs y Yannick Vanderborght, Ingreso Básico: una propuesta radical para una sociedad libre y una economía sensata, presenta argumentos sobre la viabilidad económica de este tipo de ingreso y sobre su necesidad en una sociedad caracterizada por enormes brechas de desigualdad y avasallada por una revolución tecnológica que día a día afecta el empleo, base de la seguridad social.

La propuesta de un Ingreso Básico Universal ha sido tachada de utópica por sus detractores. Sin embargo, como señalan los autores del libro, muchos de los componentes que hoy damos por sentados fueron utópicos hace no tanto tiempo: la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, la educación pública gratuita.

También cuenta con sus detractores, principalmente dentro del mismo PAN, donde destacan la hoy precandidata independiente Margarita Zavala y el expresidente Felipe Calderón, junto a los senadores ligados a su corriente. A otros más no les gusta su juventud, y tampoco su enfrentamiento con el PRI y el gobierno federal. Hay quienes lo definen como demasiado audaz, disruptivo.

A la luz de todo lo anterior, Ricardo Anaya parece una opción con posibilidades hacia 2018, pero es algo que tendrá que refrendar en la campaña y al calor del debate político que, sin duda, será intenso.

Marco A. Paz Pellat
alfil3000@gmail.com

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