Palacio sirve de pasarela sindical

Palacio sirve de pasarela sindical, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón

Habilitado como pasarela, del recinto presidencial surgirá el próximo cacique petrolero.

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Aunque los encarcelamientos de La Quina y Elba Esther Gordillo fueron instrumentados por Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador inauguró ayer una forma inaudita de intromisión del Poder Ejecutivo en la vida de cualquier sindicato: en su primera mañanera de la semana, cinco de los 25 aspirantes a dirigir el gremio petrolero empezaron a usar Palacio Nacional para promoverse (los restantes desfilarán por la misma privilegiada pasarela).

El hecho contradice aquello del respeto al derecho ajeno que tanto se pregona.

La fastuosidad del salón Tesorería dista mucho de las vulgares banquetas, plazas y oficinas de las 36 secciones (y muchas más delegaciones) donde suelen realizarse las campañas gremiales de todas las empresas, pero en esto se trata de poner bajo la principal marquesina del país a quienes pretenden representar a los 107 mil agremiados, aproximadamente, del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (Pemex tiene además casi 40 mil empleados “de confianza”).

De la elección surgirá quien ocupe la secretaría general a que hace tres años, desafecto al gobierno (apoyó contra AMLO al priista José Antonio Meade), renunció: Carlos Romero Dechamps. La promoción de liderazgos sindicales desde Palacio no tiene precedente.

¿Por qué no se hace lo mismo en las elecciones sindicales del más de medio millón de trabajadores del Seguro Social o del millón y medio del sector educativo? Porque los de Pemex generan mucho, muchísimo dinero, y los otros no.

Cada uno de los pretendientes goza de cinco tristes pero refulgentes (por presidenciales) minutos para exponer obvias propuestas pero solo uno sobresale, el primero por su apellido en exponerse a la vergüenza pública: el ex senador y diputado del PRI Ricardo Aldana.

Es el mismo comparsa de Carlos Romero Deschamps en el célebre Pemexgate.

Ambos acusados penalmente por los 500 millones de pesos que el sindicato donó en 2000 a la campaña del priista Francisco Labastida, libraron la cárcel porque, desde el punto de vista jurídico, se trató de un préstamo para vivienda como los muchos que legalmente otorga Pemex a su sindicato.

La elección del próximo líder desata el morbo: quien conoce mejor la organización sindical y se ha empeñado en congraciarse con el morenismo y Pemex es Aldana, actual tesorero de la organización.

Aldana es el virtual favorito del gobierno y frente a él, con la pena, los otros 24 nada son.

Su mala fama no es lo único que deberá sortear, sino también el detalle de que jamás ha pertenecido al sindicato, aunque tan seguro está de ser el preferido que mandó hacer ¿de su bolsillo? 50 mil gorras y pancartas.

Y aunque ofrece “transparencia”, despierta sospechosismo por donde se le vea.

De suceder lo más improbable, resultar electa o electo alguien entre los irrelevantes, lo que estará en juego es la estabilidad laboral que Pemex, pese a todo y contra todo, ha tenido durante más de 30 años…