Vacilada, eso de ‘expulsar’ a la DEA

Vacilada, eso de ‘expulsar’ a la DEA, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.

Pese a las versiones en contrario, incluidas las de algunos medios estadounidenses (con y sin pedigrí), provoca hilaridad lo de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador “amenazó” al de Donald Trump con echar de México a los policías de la DEA para lograr que el general Salvador Cienfuegos fuera repatriado.

La del New York Times fue de las más creativas:

“Si Estados Unidos no reconsiderara la búsqueda (sic) de Salvador Cienfuegos Zepeda, México consideraría expulsar del país a los agentes federales de drogas estadounidenses, poniendo en peligro una asociación de décadas que ha ayudado a llevar ante la justicia a varios capos de la droga, según tres personas (sic) familiarizadas con el asunto…”.

Aunque a muchos ingenuos paisanos esa broma venga “como anillo al dedo” patriotero en días conmemorativos de la Revolución, lo cierto es que la fantasiosa baladronada equivale a pretender lastimar a un gigante pinchándolo con una pestaña.

Imaginar la reacción del abusivo imperio a la supuesta “amenaza” pone los pelos de punta: podría expulsar y entregar a lo largo de la frontera, un día sí, otro también, a cuantos centenares o miles de migrantes mexicanos quisiera; “atraer” el caso de la familia mexicana-estadounidense LeBaron, o acelerar el pendiente trumpiano de asumir a las narcobandas como agrupaciones terroristas y aplicar, en consecuencia, sus fórmulas punitivas de extraterritorialidad (por ejercer una orden de captura expedida en Miami contra Manuel Antonio Noriega, inclusive bombardeó e invadió Panamá).

Lo sensato es asumir que cada país y Gobierno juega las canicas con que cuenta y que en el delicado incidente del exsecretario de la Defensa Nacional, pese a toda desproporción, los dos implicados han quedado tablas.

En estricto rigor, lo que Estados Unidos cometió fue una majadera descortesía con uno de sus más importantes socios comerciales y tan estratégico como Canadá en materia de seguridad.

Lo que hizo fue pasar por alto el espíritu del treintañero Acuerdo de Colaboración Jurídica y agraviar no solamente al Ejército con la detención de su respetado excomandante, sino y sobre todo, al jefe supremo de las Fuerzas Armadas: el Presidente.

Por eso no hay razón para dudar de lo dicho por el canciller Ebrard:

“¿Qué hicimos? Lo que nos ordenó el señor Presidente. Pónganlo simple: o se repara esa violación al acuerdo entre ambos países, o nosotros pondremos sobre la mesa revisar toda la cooperación porque, ¿quién puso en duda el acuerdo, nosotros…?”.

Ni de López Obrador:

“Dicen que amenazamos con expulsar a agentes de corporaciones extranjeras. No se amenazó a nadie, lo único que hicimos es que, por la vía diplomática, expresamos nuestra inconformidad y nos entendieron muy bien y se resolvió.

“Dijimos ‘queremos que se nos informe y se respeten los acuerdos de cooperación’. Esos acuerdos tienen un sustento cuando se trata de autoridades honorables, la confianza. Eso fue todo”.

Cuidado con las voladas.