La encrucijada de López Obrador

La encrucijada de López Obrador, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.

La relación con Estados Unidos está plagada de paradojas, la principal que a México le ha ido peor con las administraciones demócratas que con las republicanas.

Los mexicanos le hemos servido a Donald Trump de “punching bag” y, no obstante, viene elogiando a nuestro Presidente como ninguno de sus predecesores a los que antecedieron a Andrés Manuel López Obrador, pero con frecuencia repite la mentira de que 27 mil efectivos del Ejército Mexicano impiden que los migrantes se internen en su país.

Lo cierto sin embargo es que, si bien una mayoría militar integra la Guardia Nacional, es ésta la que, en lugar de ocuparse en la seguridad de la población, sirve de muro antipobres centroamericanos en el sur sureste.

AMLO ha tenido cuidado extremo en evitar confrontarse con Trump, al tiempo que expresa su admiración por el demócrata Franklin Delano Roosevelt, quien no ha de ser de las simpatías del bravucón del pelo anaranjado.

Paradójico también: gran parte del cocimiento del agonizante Tratado de Libre Comercio, que Carlos Salinas de Gortari había negociado por dos años con el equipo del republicano George Bush padre y logró sacarlo con el demócrata Bill Clinton (pese a que éste se oponía pero lo dejó pasar con algunas adiciones ambientales y laborales), es que el nuevo Tratado México-Estados Unidos-Canadá fue negociado por el gobierno de Enrique Peña Nieto y es reiteradamente aplaudido por López Obrador, cuyo enviado en la última etapa, Jesús Seade, consiguió algunas precisiones de soberanía energética en lo que ya estaba planchado.

Una paradoja más de la relación se torna hoy políticamente grave: si cuando Trump fue recibido en Los Pinos a Peña le costó ser visto como abono para el triunfo del entonces candidato a la Casa Blanca, con éste en plena campaña de reelección el temor es que su encuentro con López Obrador le sirva para que repunte en las preferencias, en el momento en que el demócrata John Biden lo aventaja más de diez puntos.

¿Qué con México si el exvicepresidente durante el gobierno de Barack Obama derrota al mequetrefe?

Dice AMLO que su interés en ir a verlo es por la entrada en vigor (el 1 de julio) del TMEC, pero el tratado va con o sin que tenga que ver a Trump en persona.

También que quiere “agradecerle” el envío de materiales para el combate de la pandemia, pero esos insumos y equipos no fueron regalados.

Y más calambres: Trump tiene una bien ganada pésima relación con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de quien se ignora si tiene algún interés en viajar para tomarse la foto con su ofensor contumaz.

Aun tomando en cuenta que la más importante relación comercial de México es con Estados Unidos, no es prudente que López Obrador sea utilizado para la reelección de Trump ni que lastime los sentimientos del premier canadiense y los millones de sus paisanos que lo eligieron.

Vaya encrucijada en que se encuentra el Presidente, ojalá que el canciller Marcelo Ebrard lo saque airoso de este trascendental embrollo.