Los godos de Hispania

El autor es Escritor e Historiador, Estudiante de la Escuela de Derecho de la Universidad Unilíder.

En este espacio columnista ya hemos tocado diversos temas históricos, algunos locales, nacionales e incluso hemos recorrido el mundo descubriendo y analizando diversos panoramas que han resultado de gran interés para el lector, confieso que, como autor de estas columnas, en ocasiones no todo resulta atrayente, pero sí importante.

Tal es el caso de esta publicación, donde nos toca hablar sobre la nación de los godos, misma que estaba compuesta por pueblos diversos: hérulos, rugios, lemovios, esciros, helvecones, sidenios, turcilingos, gépidos, vándalos y otros, de los cuales algunos acabaron integrados en el conjunto y otros formaron sus propios grupos.

Los godos propiamente dichos, se dividían en tervingos que ocupaban la zona comprendida entre los Cárpatos y el río Dniéper, y greutungos que se asentaban en las estepas ucranianas al este del Dniéper. Así el río servía de límite entre ambos grupos y los tervingos fueron llamados west goths ('visigodos') por situarse en occidente (West en germano), y los greutungos fueron llamados ost goths ('ostrogodos') por situarse en el este (Ost en germano).

Se dice que en el siglo III ostrogodos y visigodos efectuaron diversas incursiones contra el Imperio y entre los años 270-273, el majestuoso emperador Aureliano abandona la Dacia en el norte del Danubio permitiendo su ocupación por los godos, donde permanecen más de un siglo sin disputas con Roma, no obstante, a ello en el año 376 entran en conflicto con los hunos y son expulsados, tras lo cual los ostrogodos se someten a estos.

Sin embargo, los visigodos pidieron al imperio que les aceptara en sus territorios y se les otorgaran tierras donde asentarse, a los que se les concedió la orilla sur del Danubio y los Balcanes.

No obstante, la explotación a que fueron sometidos por los funcionarios imperiales y por jefes militares romanos les creó una situación insostenible para su orgullo y los visigodos se rebelan por

allá en el año 377, venciendo a las fuerzas imperiales en Adrianópolis, cerca del Mar Negro, remontando hasta 378. Cuando murió Teodosio en el noventa y cinco de aquel siglo los visigodos

estaban gobernados por Alarico I, que fue el primero en gobernó sobre la totalidad de los visigodos, el cual atacó Constantinopla y asoló Grecia en dos ocasiones distintas, la primera en 395 y la

segunda en 396.

En 401, Alarico marchó contra Roma, pero es vencido en Polenta y posterior en Verona. Probablemente, y se cuenta como mito que Estilicón negoció con Alarico su ayuda contra otros bárbaros, por lo que fue acusado de preparar la entrega del Imperio a Alarico y es asesinado sorpresivamente a sangre fría, tras lo cual Alarico regresa a Italia donde consigue nuevas concesiones del emperador Honorio, pero una vez se retiraron los visigodos, Honorio no mantuvo sus promesas y los visigodos marchan de nuevo contra Roma, apoyando la proclamación del usurpador Prisco

Atalo en 409, pero Atalo no quiso… ¿O será pudo cumplir sus promesas?

Después de ello el rey visigodo toma Roma, depone al usurpador, saquea la ciudad y seguidamente la abandona llevándose a Atalo y a Gala Placida, hermana de Honorio. Por entonces, diversos

pueblos germánicos habían cruzado la península ibérica, su misión, la desconoceremos en esta columna y abriremos el cofre con la información próximamente.

Fuente Bibliográfica: Archivos de la Universidad de Madrid.

El autor es Escritor e Historiador, Estudiante de la Escuela de Derecho de la Universidad Unilíder.

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