Los Reinos de Taifas

El autor es Escritor e Historiador Estudiante de la Escuela de Derecho de la Universidad Unilíder.

En España los reinos siempre han abundado, al grado que al día de hoy no lo dejan de ser; un reino. En esta ocasión toca debatir a los reinos de taifas. Estas fueron reinos diminutos en que

se dividió el califato como consecuencia de la fitna o guerra civil.

Inicialmente se constituyeron más de veinte pequeños  estados o taifas autónomas y cuando el último califa Hisham III es depuesto y proclamada en Córdoba la república, todas las coras de al Ándalus que aún no se habían independizado se autoproclaman independientes.

Cada taifa se identificó al principio con una familia, clan o dinastía. Así surgen la taifa de los amiríes (descendientes de Almanzor) en Valencia; la de los tuyibíes en Zaragoza; la de los aftasíes en Badajoz; la de los birzalíes en Carmona; la de los ziríes en Granada; la de los hamudíes en Algeciras y Málaga; y la de los abadíes en Sevilla.

Durante el apogeo de los reinos de taifas del siglo XI sus reyezuelos intentaron reproducir las estructuras del califato omeya a una escala menor y compitieron entre sí no solo militarmente sino también en lo intelectual, siendo el periodo de máximo apogeo de la cultura andalusí.

Con paso de los años las taifas más poderosas fueron absorbiendo a las otras taifas consideradas menores y de este modo las taifas de Sevilla, Badajoz, Toledo y Zaragoza, se constituirán en las  comunidades islámicas peninsulares de mayor entidad.

Las segundas taifas no duraron mucho tiempo, ya que una vez cayó el poder almorávide en el Magreb ante la secta integrista y expansiva de los almohades, estos comienzan en 1145 la conquista de al Ándalus.

Los almohades desembarcan desde 1145 en la Península Ibérica, y trataron de unificar las taifas utilizando como elemento de propaganda su agresión a los reinos cristianos y la defensa de la pureza islámica.

En poco más de treinta años los almohades lograron forjar un poderoso imperio que se extendía desde Santarém (Centro de Portugal) hasta Trípoli (Libia) y consiguieron parar el avance cristiano cuando derrotaron a las tropas castellanas en 1195 en la batalla de Alarcos. A pesar de los esfuerzos de los gobernantes, la dinastía almohade tuvo problemas desde un principio para dominar todo el territorio de al-Ándalus, en especial Granada y Levante.

Por otro lado, algunas de sus posturas más radicales fueron mal recibidas por la población musulmana de al-Ándalus, ajena a muchas tradiciones bereberes.

La victoria cristiana en la batalla de Las Navas de Tolosa ocurrida en 1212 marcó lo que fuese el comienzo del fin de la dinastía almohade, no sólo por el resultado del encuentro en sí mismo sino por la subsiguiente muerte del califa al-Nasir y las luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político dando lugar a los Terceros reinos de Taifas.

Tras el fin del período almohade, marcado por la batalla de las Navas de Tolosa (1212), hubo un corto período denominado terceros reinos de Taifas, que terminó en la primera mitad del siglo XIII con las conquistas cristianas en el Levante de Jaime I de Aragón (Valencia, 1236) y en Castilla de Fernando III el Santo (Córdoba, 1236 y Sevilla, 1248) y perduró en Granada con la fundación del reino nazarí, que no capituló hasta el 2 de enero de 1492, fecha que puso fin a la Reconquista.

Fuente Bibliográfica: Archivos de la Universidad de Madrid.

El autor es Escritor e Historiador Estudiante de la Escuela de Derecho de la Universidad Unilíder.

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