La vivienda, entre resiliencia y sustentabilidad

El autor es Arquitecto y Maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial

En México existen cinco millones de viviendas abandonadas de acuerdo a un censo del año 2010 realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

¿Las razones? Podemos mencionar las siguientes: se encuentran en zonas alejadas de los centros de trabajo y de los centros urbanos, de servicios básicos como el transporte y el suministro de  agua y tienen instituciones de educación deficientes. A esto hay que agregar que algunas también están construidas en zonas de riesgo.

Las dimensiones mínimas de terreno y construcción no cumplen con las condiciones básicas para una vivienda digna y decorosa. Esto lo mencioné en mi artículo anterior (Derecho a la vivienda,

2021).

En estas condiciones, se genera un ambiente hostil, en donde el entorno afecta la psique de las personas (La ciudad: una visión desde la psicología ambiental, Martínez-Soto, 2019), por lo que

las mismas presentan comportamientos de frustración, rencor social y agresión.

La migración de zonas rurales a urbanas, el aumento del consumo de alcohol y drogas, la desintegración y violencia intrafamiliar, el debilitamiento de los valores cívicos, éticos y morales han tenido como consecuencia la socialización de la violencia que se puede documentar en el programa Escudo Ciudadano del Gobierno del Estado de Sonora.

Todas estas son razones de peso para dejar las viviendas por parte de la población y tener un inventario de activos inmobiliarios en estado de abandono, los cuales generan otro tipo de problema social: las invasiones.

Con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se hizo un llamado global para poner fin a la pobreza, proteger al planeta y para que las  personas puedan tener una vida de calidad, en paz y prosperidad.

Después de cinco años de su implementación, no se tiene claro si se está avanzando o retrocediendo en los mismos, por ejemplo, con el ODS número 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles, por lo que no podríamos hablar de seguridad y sostenibilidad. En cambio, tenemos una situación de vulnerabilidad de un gran sector de la población que está expuesta a las afectaciones que puedan resultar de los riesgos derivados de fenómenos naturales y antropogénicos.

La Oficina de la Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) implementa acciones a nivel mundial para la prevención y reducción de riesgos de desastres, en donde se

busca la comprensión de las amenazas, la forma de interacción y la gestión de la exposición y la vulnerabilidad, los cuales son elementos esenciales para la sustentabilidad y la resiliencia.

Son grandes los esfuerzos a nivel mundial y a nivel local para lograr ese futuro que a veces resulta utópico para la humanidad. Queremos ser resilientes y reducir al mínimo las pérdidas  humanas, económicas y sociales con el fin de lograr la continuidad en el menor tiempo posible nuestros sistemas sociales y económicos.

Queremos ser sustentables, establecer sistemas que nos permitan la explotación y transformación de los recursos de manera infinita para que el bienestar económico llegue a la mayoría de la

población (eso es el discurso, pero la realidad nos muestra su verdadera cara).

Todo es trabajo de conciencia entre las personas y sociedad, pero no hemos visto o no queremos ver el trasfondo real que nos mueve como seres consientes. Deberíamos de preguntarnos como ejercicio personal y de grupo, fuera del discurso, ¿por qué o para qué queremos ser sustentables? ¿Por qué o para qué queremos ser resilientes? ¿Qué nos debería mover como humanidad?, ¿Cómo pudiéramos lograr el beneficio común? Deberíamos observarnos como un solo ser. Podemos hacerlo, es cuestión de voluntad.

El autor es Arquitecto y Maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial. Tiene estudios en Administración de la Construcción, Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial y Diplomado en Protección Civil. jlmorch@hotmail.com.