Entre querer y poder

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia

Las organizaciones suelen limitar su crecimiento desde el momento en que anteponen el deseo sano de querer desarrollarse. Chocan con la realidad al darse cuenta que no siempre querer es poder

y subestiman el riesgo al que se enfrentan.

Existen tres factores importantes en la planeación estratégica. Primero.- Con los pies en la tierra se debe contar con un inventario real de lo que se tiene en materia de herramientas, estudio

del mercado al que se dirigen, existencia del personal directo e indirecto, recurso financiero disponible a corto y mediano plazo.

Es muy importante que realicen un análisis de proveeduría, deudas y cuentas por cobrar e incobrables, sus políticas de producto o servicio no deseado, problemas inmediatos con los  colaboradores, auditoría de eficiencia, (qué hacer si se tienen productos almacenados) y por último, pero no menos trascendente, analizar la imagen y penetración necesaria en el ambiente que les rodea, es decir, preguntarse: ¿qué tan necesario es lo que ofrece la organización para el público?

Saber qué se tiene en estos momentos es la clave. No hay otra. Segundo.- Se debe estar más centrado en establecer con los clientes (internos y externos), en tiempo presente, si la organización cumple realmente con sus perspectivas para poder establecer una captación a futuro; Asimismo, evaluar mediante dosis porcentual histórica (checar la ruta de crecimiento anterior para conocer tendencias y su posición en el mercado y restarle a la competencia similar un porcentaje ante la problemática actual), si es necesario buscar ampliar o no el crecimiento con todo lo que ello conlleva, pues no hay que olvidar que la pandemia trastocó todo.

Por último, determinar si es más importante sobrevivir o crecer con riesgo a desaparecer. Tercero.- Existe en el transcurso del inicio o término de la planeación, conforme a los tiempos medidos de ejecución de las acciones, un “parche”, por así decirlo, que permite adecuar la estrategia en caso de que una problemática inesperada detenga los avances o bien, se tengan que redefinir algunas actividades preponderando unas sobre otras.

En caso de crisis como la actual, se hace necesario la revisión de planes cada mes, no trimestral como es la costumbre, pues se tiene que trabajar bajo el pensamiento de que la organización está enferma y en tratamiento antviral. Si no se labora mediante este esquema se corre el riesgo de que sea el caos el que predomine y por ende todo lo planeado se vaya a pique.

¿Qué ocurre con aquellas organizaciones que no cuentan con planeación y la realizan en la marcha?... Yahemos visto que en el caso de México, casi 400 mil empresas de tamaños medianas

y chicas (las pequeñas han tenido que hacer ajustes afectando su rotación de personal, pero limitando su crecimiento y ventas, lo suficiente para sobrevivir), han desaparecido. Y en aquellas que

manejan la promoción, servicio o bien, que ofrecen otro tipo de productos no redituables económicamente, han caído en un impasse tal que han detenido sus actividades, seña inequívoca

de que su planeación falló y por más que quisieran, no pudieron subsistir ante los embates críticos que vivimos.

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO, DAP.Es director de Editorial J.

Castillo, S.A. de C.V.y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones

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