El miedo es una ilusión real

El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.

En la mayoría de los casos, el miedo es más grande en la mente que en la realidad. Estoy seguro de que conoces la sensación de haber aplazado algo por miedo y, cuando por fin te  animaste, pensaste: "¡Válgame la...! ¿Tanto miedo para esto?".

Esto se debe a que la mente no distingue lo que es real de lo que no: basta con que creas en algo para sentirlo como verdadero.

Te haré una confesión antes de continuar: uno de mis mayores miedos son las inyecciones. Aunque no es del todo malo, creo que he desarrollado cierta inmunidad a las enfermedades a causa de mi miedo a las inyecciones (si me enfermo, me van a inyectar, entonces mejor no me enfermo). Y, en las raras ocasiones que me han tenido que inyectar, me he puesto muy nervioso, me han tenido que agarrar entre varias personas para inyectarme, en fin..., siempre batallan para hacerlo.

¿Por qué cuento esto? Porque no recuerdo una sola vez que me haya dolido, pero en mi mente sí duelen y el miedo sigue ahí. Hace unos años me iba a inyectar un tío que es doctor y que me ha batallado toda la vida. Me acosté, sentí algo pero pensé que eran mis nervios. En eso mi tío empieza a desinfectar con el algodón y me quité, le dije que no me inyectara y me dijo: ¡Cómo eres miedoso (con otra expresión que no puedo poner aquí, pero empieza con "cu" y termina en "ón"), si te inyecté antes de usar el algodón!

Y, aunque mi confesión es sobre un miedo a un objeto y no a una circunstancia, el miedo a las circunstancias funciona de la misma manera: causa síntomas y, en la mayoría de los casos, será un miedo a algo que imaginamos pero que nunca va a suceder. Quizás pienses que estoy exagerando y que el miedo no puede generar tantos síntomas, pero recuerda que hay personas hipocondriacas, que padecen todos los síntomas de una enfermedad, sin tenerla.

¿Y qué nos hace temer, dudar y  sentir? Nuestra imaginación. Por lo que, la manera de eliminar esas dudas y miedos puede ser, entre otras opciones:

1.- Moldeando la imaginación: Cuidando nuestro enfoque, con una "dieta" sana de información, "nutriéndonos" a través de los cinco sentidos; 2.- Enfrentando la realidad: Podemos correr riesgos, altos y pequeños, siempre que sean riesgos calculados. Pregúntate: ¿Qué es lo mejor y lo peor que puede pasar? ¿Cuánto tiempo me tomará saber si la decisión fue buena o mala? ¿Prefiero intentarlo aunque corra el riesgo de no lograrlo y pueda perder recursos (tiempo, dinero, esfuerzo,etc.) y aprender en el proceso, o prefiero no arriesgar y vivir con la incertidumbre de lo que pudo pasar si lo hubiera intentado?

Si tu imaginación está bien enfocada y si las razones para enfrentar la realidad valen la pena, ¡ve por ello! Nos arrepentimos más de lo que pudimos hacer y no hicimos, que de lo que hicimos aunque no haya funcionado.

El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.

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