Organizaciones mal enfocadas

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO, DAP

Las organizaciones humanitarias que logran consolidarse como fundaciones en su mayoría realizan labores constantes de donación de insumos. Conforme a la decisión de sus directivos, definen

sus metas en corto (prioritarias), mediano (acumulación de productos) y a largo plazo. Escasas lo hacen de esta última manera y principalmente procuran el resguardo y posterior uso de recursos económicos.

Se nutren de la colecta en la que participan diferentes tipos de proveedores pero, ¿qué pasa cuando desvían el objetivo de la donación? Suele ocurrir que, por su carácter autónomo, envían mercancía que la población afectada no requiere en ese momento.

Cuando ocurre una situación de crisis que afecta directamente a un poblado (sea o no por causas naturales como terremotos, inundaciones, barcos petroleros que inundan el mar cercano a

una población pesquera o ya sea por la propagación de un virus focalizado, una hambruna,  sequía, etcétera) y se requiere accionar con rapidez, este tipo de organizaciones resuelven cooperar aportando a veces con un tipo (o varios, según su capacidad) de productos que limiten el sufrimiento de los afectados.

Todas, todas las organizaciones de este tipo requieren, en su interior, cierto reconocimiento por la labor que desarrollan y en base a ello toman la decisión de aportar lo que consideran es

necesario para la población en problemas.

La mayoría desconfía de los gobiernos porque consideran que su aportación no llegará al objetivo final y lo mismo ocurre cuando se entrega a instituciones internacionales que fundamentan su vida en este tipo de situaciones.

Sin embargo, al dejarse llevar por lo que dice la prensa, pueden llegar a equivocarse en el producto enviado. En una ocasión, en un pueblo pesquero español, un buque tanque derramó petróleo en

sus playas y los medios de comunicación focalizaron y ampliaron la noticia por el lado de que los niños ya no tenían ni juguetes para entretenerse, ¿qué ocurrió?, las organizaciones humanitarias enviaron miles de juguetes cuando lo que hacía más falta era comida y agua.

En otra, sobre todo en terremotos, se envía gente para apoyar las labores de salvamento, pero la dinámica que ocurre en un momento de crisis es precisamente el caos posterior, es decir, esa fuerza enviada se suma al desorden humano existente perjudicando de momento las labores en lugar de apoyar la reactivación de las labores y más cuando son de otros países y no conocen el idioma del lugar de los hechos.

Además, ese personal enviado debe alimentarse, hospedarse y realizar sus necesidades propias en un lugar destrozado por lo cual se convierten en automático en una carga para los organizadores que atienden esa crisis.

Y hay más ejemplos como el envío de perecederos o ropa que no vade acorde con el clima o la temperatura que se vive en el lugar del desastre. O bien, de carácter logístico, pues en una

inundación, ¿cuál es la urgencia? ¿alimentos, medicina o ropa?, ¿recursos económicos que no van a poder cambiar o juguetes?, Todo en el momento preciso y existen otros ejemplos por el

estilo.

De allí la importancia de la toma de decisiones de estas organizaciones sobre todo en momentos críticos.

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO,DAP.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V.y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones.

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