Ciudad inclusiva

El autor es arquitecto y maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial.

Al hablar de inclusión, hablamos de igualdad; entre la confusión que pudiera generar el término con respecto a la equidad, existe un concepto que plantea la Convención de las Naciones

Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres y todos los otros instrumentos legales internacionales de derechos humanos, el cual es, que el derecho humano a la igualdad siempre va aparejado al de no discriminación. (Alda Facio, ¿Igualdad y/o equidad?).

La urbanización es de los aspectos más importantes en el desarrollo global de este siglo; pero de la mano con el crecimiento explosivo de las ciudades, la tendencia es a urbanizar rápidamente, crean condiciones de vida inadecuadas, asentamientos cada vez más pobres, sin acceso a vivienda digna, sin seguridad en la tenencia de la tierra, generando entornos dispares, desiguales y

discriminatorios.

Aun así, una urbanización basada en el respeto a los derechos humanos que los promueva en sus políticas públicas puede y debería ser el instrumento con el potencial de transformar la existencia

del elemento principal que integra las ciudades: el ser humano.

En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se promueve que los gobiernos se comprometan a “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y

sostenibles” (Objetivo11).

Que se comprometan además a no dejar a nadie atrás, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, vislumbrando “un mundo de respeto universal

por la igualdad y la no discriminación”, incluyendo la igualdad de género; asimismo, reafirman la responsabilidad de todos los estados a “respetar, proteger y promover los derechos humanos,

sin discriminación ni distinción de cualquier tipo”.

Aunque vemos cómo la planeación y el ordenamiento territorial actualmente están enfocados al concepto de la igualdad, pero enfatizando la perspectiva de género, en donde se nos presentan

propuestas, que ofrecen hipotéticamente, acabar con la desigualdad y elevar la calidad de vida de las mujeres en el entorno urbano.

Parafraseando a Jane Jacobs, una de las más grandes urbanistas del último siglo, en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, dice: “Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo

para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo”.

Sin dejar de lado la lucha de la mujer por sus derechos, tal vez el fracaso es que nos quedamos en el discurso conceptual en la implementación y aplicación de los lineamientos y políticas públicas,

las cuales han generado deficiencias y carencias en las ciudades contemporáneas.

Tal vez nos hemos olvidado de las personas, priorizando en el desarrollo urbano la especulación económica; el automóvil como objeto beneficiario para su existencia (los embotellamientos y  el tráfico a todas horas nos hacen preguntar si el sistema funciona), quedando las personas desconectadas y desintegradas del entorno urbano, donde yanadie puede caminar en la vía pública como una experiencia vivencial, ya sea por condiciones de inseguridad e infraestructura deficiente o en mal estado, por mencionar algunas.

La ciudad inclusiva debe de considerar el espacio urbano como elemento principal para ciudadanas y ciudadanos, debe recuperar los espacios de convivencia en donde puedan convivir la pluralidad y la individualidad de las personas, en donde se puedan desarrollar socialmente en igualdad de condiciones, en pocas palabras, ciudades más humanas.

El autor es arquitecto y maestro en Valuación Inmobiliaria e Industrial.

Estudios en Administración de la Construcción, Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial, y Diplomado en Protección Civil.

jlmorch@hotmail.com.