Las necesidades esenciales del ser humano

El autor es Publicitario miembro de Aspac.

Es importante definir las necesidades del ser humano porque es con base en ellas que la persona ejecuta sus conductas. Toda conducta tomada por el ser humano tiene como fin solucionar

alguna de sus múltiples necesidades. Toda conducta suya la toma porque cree que como resultado obtendrá la satisfacción de la necesidad que lo impele a tomarla. Y esto lo hace aun sin tener 100% la seguridad de alcanzarla. Lo mueve, pues, la mera posibilidad de satisfacción.

Es entendible la importancia crucial que tiene para la empresa comercial definir las necesidades de sus públicos y prospectos. Ese es un pilar importantísimo para la Mercadotecnia, definir

las necesidades de un grupo humano al que se pretende alcanzar y motivar hacia una acción de compra.

A través de los tiempos, por diversos motivos, grandes mentes en la historia han tratado de definir lo que es realmente necesario para el ser humano. En La República, Platón enlista los bienes estrictamente necesarios para la persona, a diferencia de lo superfluos. Logra esta sucinta enumeración: alimentación, habitación y vestido. Pero pocas líneas después se arrepiente de sus restricciones y añade una cuarta necesidad -la del calzado-, al parecer olvidada, y a partir de ahí se ve impelido a adicionar muchas más.

Por su parte, Karl Marx, filósofo alemán, afirma que todo hombre es condicionado radicalmente por sus necesidades materiales básicas. Uno esperaría una exacta enumeración de ellas,

pero Marx sólo aporta una vaga lista en El capital: alimento, vestido, coincidiendo hasta aquí con Platón, y añade: calefacción, etcétera. Es de extrañar que al definir lo necesario, Marx haya dejado esos puntos suspensivos que abren la puerta a lo superfluo.

En la Edad Media, el fraile Tomás de Aquino hizo ya una lista similar, incluido el etcétera del alemán. La lista de Aquino era: alimentos, habitación, vestido, los vehículos, etcétera. Se ve claramente que toda relación de bienes necesarios se encuentra entintada por el subjetivismo: las disparejas calles de la antigua Grecia le hacen pensar a Platón en el calzado, como el frío de la Alemania decimonónica incita a Marx a acogerse a la calefacción, y su personal gordura le sugiere a Santo Tomás el requerimiento de, aunque sea, un burrito para trasladarse.

El autor es Publicitario miembro de Aspac. Por un México bueno, culto, rico y justo.

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