Las paradojas del amor

El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Estamos en el mes del amor y la amistad. El Inegi señala que en México había 4 divorcios por cada 100 matrimonios en 1980 y para 2013 se registraron 19 divorcios por cada 100 enlaces  matrimoniales. Entre los años 2000 y 2015 el número de divorcios aumentó 136.4%, mientras que la cantidad de matrimonios se redujo en 21.4%.

A nivel nacional, la edad promedio para el matrimonio en los hombres es de 30 años de edad y para las mujeres es de 27. La edad promedio en la que se divorcian las mujeres es de 37 años y los varones a los 40 años. Para 2016, el 58.1% de la población entre 15 años y más se encontraba casada o en unión libre; 31.4% soltera, y 10.5% separada, divorciada o viuda.

Ahora bien, el mismo Inegi comparte que el 66% las mujeres mayores de 15 años de edad han sufrido algún tipo de violencia en su vida por parte de varones.

Sonora se ha mantenido, desafortunadamente, en el primer lugar nacional en violencia durante el noviazgo y es sexto lugar nacional en violencia emocional hacia la mujer con el 83.5%.

Información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública señala que la violencia intrafamiliar se ha incrementado 25% en nuestro estado en el último año y Cajeme es el tercer lugar

nacional en feminicidios.

Ante esta realidad, las preguntas obligadas serían entonces: ¿Qué es el amor?, en tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno tropieza si tiene suerte? Todos están sedientos de amor; ven innumerables películas basadas en historias de amores felices y desgracias, escuchan centenares de canciones que hablan del amor.

Sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Esa peculiar actitud se debe a varios factores que, individualmente o combinados, tienden a sustentarla. Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame,

cómo ser dignos de amor.

No obstante el profundo  anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder. Dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor.

Por lo tanto, es necesario invertir tiempo y esfuerzo para desarrollar las actitudes que nos permitan crecer en la dimensión del amor. Usted, ¿qué piensa?

El autor es director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Presidente de Grameen de la Frontera.

@rafaelroblesf