El cuento de ‘La lechera’

El autor es escritor, conferencista, consultor y podcaster.

Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba soñando despierta. Pensaba para sí misma: “Esta leche dará mucha nata, la cual batiré hasta convertirla en una mantequilla, una vez que la tenga la voy a preparar para vender e iré al mercado donde estoy segura que me la pagarán muy bien”.

Con el dinero que gane vendiéndola, ahí mismo en el mercado me compraré un canasto de huevos y pronto tendré pollitos para crianza, y con mucha paciencia, cuando esos pequeños crezcan sanos y fuertes, los venderé a un excelente precio a las personas que les gustan los pollos de granja. Con el dinero que gane iré a una de esas tiendas a donde van las hijas del carnicero y me compraré para mí un hermoso vestido completamente nuevo. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y el hijo del molinero querrá bailar conmigo, pero no voy a decirle que sí a la primera, esperaré a que me lo pida varias veces, y al principio le diré que no con la cabeza”.

La lechera comenzó a mover la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo y la lechera se quedó con nada, completamente atónita viendo cómo entre las piedras del pavimento se escurrían sus ilusiones en pequeños riachuelos de color blanco.

Seguramente te vas a identificar con este breve cuento, porque a muchos nos pasó igual que a la protagonista de esta historia: teníamos elaborados planes de lo que haríamos para convertir a 2020 en un excelente año. Algunos habían hecho importantes inversiones, contratado a nuevos colaboradores o comprado inventario.

Otros tenían todas las condiciones en su lugar para superar los resultados de 2019 y se frotaban las manos por el nuevo año. Hubo personas que se prepararon por meses enteros, se capacitaron, instruyeron a su personal e incluso tuvieron que vender valiosas posesiones para estar listos por el importante primer paso. Al final nos quedamos con eso solamente, con muchos planes y pocas ilusiones.

Sin embargo, pese a que hayamos perdido “todo”, más bien hemos ganado mucho, y sería irresponsable no reconocerlo. Por eso te recomiendo tomarte el tiempo suficiente para analizar con objetividad lo vivido para así estar en condiciones de tomar mejores decisiones, sobre todo desde la perspectiva de la responsabilidad proactiva y no del victimismo reactivo en el que muchos caímos el año pasado.

¿Qué fue lo que aprendiste?, ¿qué fue lo que lograste?, ¿qué decisiones importantes tomaste?, ¿qué temores venciste?, ¿qué personas valiosas llegaron a tu vida?, ¿qué posibilidades se abrieron para ti? ¿qué objetivos quedaron pendientes?, y sobre todo, ¿a qué necesitas comprometerte en este 2021?

Puedo apostar a que habrás enfrentado bastantes momentos difíciles, pero esos ya los conoces y te aseguro que pensaste mucho en torno a todo ello.

Ahora lo importante es encontrar lo bueno, porque detrás de cada reto que enfrentamos, siempre hay una oportunidad oculta de la misma dimensión y relevancia.

Y todavía habrá que pensar en lo que se debe hacer para sacar el mayor provecho posible de dichas oportunidades. Pero de eso ya hablaremos más adelante.  Envíame tus preguntas a mario@ mariocorona.com.mx