El panorama del idioma

La autora es Licenciada en Mercadotecnia, con certificación en Semiótica de la Imagen.

El origen de un gran número de palabras, según la semiología y según Roland Barthes, reside en la oposición, la polaridad de conceptos y referencias.

Por ejemplo, la palabra ‘luz’ existe gracias a la palabra ‘obscuridad’, la palabra ‘tristeza’ existe gracias a la palabra ‘alegría’ y así tenemos un gran número de letras conjuntas con significados que le dan un sentido y congruencia a nuestro sistema de comunicación.

Cada comunidad tiene un código donde las palabras, con los significantes correspondientes (es decir, cada letra que forma parte de la palabra) apelan a un significado, por lo tanto, a una imagen y a una correlación que permite el desarrollo de un diálogo natural.

Esto es meramente contextual y arbitrario ¿qué quiere decir? Cada individuo tiene una percepción considerablemente única de la realidad y de las partes que la conforman, sin embargo, el peso

cultural y social donde se desenvuelve influye en gran magnitud, de ahí la diversidad de significados y usos de una misma palabra en el mismo idioma, por ejemplo.

¿Por qué no usamos las mismas palabras para hablar con los individuos de otras nacionalidades?, es decir, todos nos comunicamos y somos capaces de la generación de una conversación ¿no? Sin

embargo, no contamos con las mismas referencias de la realidad, aunque si nos adentramos en la cultura del otro y en su idioma, conseguiremos obtener un contexto, entender y así lograr una comunicación fluida, ligera y cómoda.

Aprender un idioma es una forma intelectualmente fascinante de adentrarse y conocer culturas nuevas, pues el estudio va más allá de aquel conjunto de reglas gramaticales, largas listas de vocabularios y enfoques de pronunciación.

Después de haber estudiado portugués me di cuenta de este hecho. Por otro lado, el momento en el que decidí iniciar la aventura de estudiar chino mandarín comencé a aprender y a visualizar algo más que el trazo de caracteres.

Cada palabra tiene una pequeña narrativa detrás que en algún punto nos remiten directamente a la filosofía y demás curiosidades de la cultura. Así sucede con cada uno de los idiomas, estudiar japonés y al notar las formalidades para dirigirse a los demás nos puede ayudar a entender la disciplina y el alto respeto de los japoneses hacia los adultos mayores, por mencionar un ejemplo.

Saber las diferencias gramaticales y de estructura entre el inglés británico y el estadounidense nos ayuda también a descubrir rasgos de personalidad sumamente peculiares de estas dos sociedades que, a pesar de compartir idioma, difieren bastante en comportamiento, y eso lo notas en el idioma, fascinante ¿no?

Si el idioma español por sí solo cuenta con una gran cantidad de polaridad e historia, ahora pensemos en los cientos y cientos de idiomas que tenemos por conocer.

Seamos curiosos, considero que la curiosidad es un elemento clave al momento de movernos por la vida. Por otro lado, he escuchado en múltiples ocasiones a personas decir: “estoy muy viejo para

estudiar algo nuevo”. Pienso que nunca se es lo suficientemente mayor para aprender y expandir nuestro intelecto, la vida no deja de “producir contenido” novedoso a cierta edad, realmente, esto

también es cuestión de perspectiva.

Nuestro mundo está repleto de información interesante y de datos sorprendentes esperando a ser revelados y admirados.

Aprender un idioma nuevo es, sin duda alguna, un camino lleno de sorpresas, emociones y puntos de vista que nunca antes imaginaste, es como salir de viaje todos los días, siempre habrá algo nuevo por ver y los recuerdos de esos viajes son verdaderamente cautivadores y extraordinarios.