La leche de almendra

El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias. Tiene una especialidad en Desarrollo Sostenible.

¿Eres fan de la leche de almendra?

Durante hace algunos años, la leche de almendras ha brindado una deliciosa alternativa a la leche de vaca.

También nos ha dado esa sensación “cálida” de que estamos haciendo algo bueno: elegir una leche vegetal más saludable, que sea mejor para el medio ambiente, el planeta y el bienestar de los animales. Pero, aparentemente, esto no es del todo cierto.

A principios del 2020 se publicó un artículo que mostraba que la leche de almendras, al igual que las granjas industriales, tiene su propio conjunto de problemas éticos. ¿Por qué? Porque para que las almendras se produzcan a gran escala, deben ser polinizadas por abejas, toneladas de ellas. Y en el proceso de hacer esto, mueren toneladas de abejas.

Aquí hay algunas conclusiones impactantes del artículo de The Guardian, que se publicó en enero de 2020:

• En el invierno de 2018-2019, miles de millones (miles de millones) de abejas domésticas murieron, representando aproximadamente el 40% de todas las abejas criadas por apicultores en los EE. UU.

• Estas muertes de abejas se relacionaron con prácticas agrícolas utilizadas en el Valle Central de California, donde el cultivo principal que necesita la polinización de las abejas comerciales son las almendras.

• Se cree que los pesticidas como los neonicitinoides que se rocían en los almendros son los principales culpables de la muerte de las abejas. Sin mencionar que toneladas de abejas domesticadas comerciales de todo ese país son llevadas al Valle Central, y fácilmente transfieren enfermedades que devastan las colonias de abejas en otros lugares.

• No solo se daña a las abejas comerciales. También se han observado mayores peligros y muertes para las poblaciones de abejas nativas y silvestres cerca de los huertos de almendros.

• Las abejas, que son imprescindibles para la polinización de la mayoría de nuestros cultivos alimentarios, ya están suficientemente en peligro. Sin estos insectos no podríamos disfrutar de la leche de almendras, pero tampoco de muchos, sino casi todos, de los alimentos vegetales cultivados que comemos hoy.

Con un cambio en nuestro paradigma agrícola: utilizando menos pesticidas, cuidando la biodiversidad y renunciando a la presión sobre los animales como fuentes de alimento, las almendras no necesitan cultivarse de una manera que sea tan dañina para las abejas.