Discusión de las presencias

La autora es arquitecta, escritora, ilustradora y creadora de La Fábrica de Cuentos, Cuentos Personalizados.

En la copa de un árbol, estaban la esencias contemplando ese día casi por terminar. Más abajo, se veía la presencia de toda la humanidad, deambulando flagrantes por los adoquines del lugar. Por allá en otro costado, se apreciaba la torre del reloj.

Tocaba melodioso con las manecillas, los segundos: “se van se van, tic tac, tic tac”. Las esencias veían a todos sus amigos conviviendo. Era el último día del año. Se tenían que topar. Recibir al año nuevo, dejar lo malo atrás. Platicar acontecimientos, recuerdos, experiencias y demás. Así, la prudencia coqueteaba con el loco juicio vago del que vive por nomás. Le decía: deja tus malos hábitos; pero a la vez, le atraía su desmesurada libertad.

La razón caminaba a paso firme por la acera mientras la emoción brincaba las losetas, jugando a no pisar la rayita, con una alegría singular. —Estate quieta que te puedes tropezar, mencionaba la razón con toda solemnidad. La simpatía y la apatía limaban sus asperezas, trataban de ser amigas.

Pero una fuerza gobernada por el mal, por un egoísmo nato que abunda en las presencias, retiraba del entorno los sentimientos de amar. Las esencias angustiadas desde el árbol querían que todo fuera ideal. Que el año que estaba entrando recibiera a las virtudes, a las cualidades, a la mejor versión de todos con conciencia y santa paz. Y por ahí, todo rondaba, la tristeza, la alegría, la locura, la responsabilidad.

La intuición y la reacción, la reflexión, hasta la desidia, la flojera, la convicción y la pasión. La astucia, el oportunismo y la oportunidad; la comprensión, la intransigencia. Todas esas “palabras o personajes” que cobran vida y pasan a ser protagonistas de nuestro interior.

Era un ruedo entre todos por la vida. En el centro de la plaza cada quien ponía las cartas sobre la mesa de sus planes, o anunciaba con rimbombancia un plan supuesto que los haría mejorar. De dientes para afuera, alardeaban que el próximo año el amor sería más lindo, que el respeto mucho más. Que el egoísmo actuaría generoso, que la sonrisa brillaría aún más.

Todos sobre la plaza, se codeaban, platicaban, se reían… También se abucheaban, o de plano se ponían a pelear. Era la condición humana, indomable, incapaz. Mientras tanto, el reloj, los segundos, continuaban con la prisa sin parar. Las esencias se consumían en cada tic tac. Si cada presencia no entendía ni aceptaba su realidad y su lugar en este mundo, comenzarían un año nuevo de rutina, en vano, sin pasión ni sentido por soñar, ni por disfrutar cada mañana o cada tarde, o ni siquiera al cielo en la noche voltear, ni para ver estrellas o miradas encontrar.

Por ahí andaba la nostalgia, incapaz del año atrás soltar, a pesar de sus penumbras o lo duro que la pudo tratar. El optimismo la alentaba: —vamos, vamos, daremos un paso más. Que a pesar de las miseria y la triste realidad, aprendimos muchas cosas, "palante", es preciso continuar. De algún modo, todas las presencias estaban sin un rumbo claro que tomar. ¿Qué les hacía falta para el año nuevo empezar? Preocupantes las esencias en cabildo se ponían a filosofar: ¿Una chispa de alegría, un motivo que desear? ¿Cómo le insertas a una mente, a una presencia el alivio para continuar? ¿Cómo se le hace para que crezca en cada ser humano la bendita voluntad? La esencia mas sencilla pronto le llamó a todos: —Hagan una fila, dijo. De vez en cuando es necesario orientar, liderar y ser ejemplo para las armas tomar.

Solo tienen una vida. Lo vimos este año muy real. No se anden con cosas. Pongámonos a trabajar. Tienen que hacerle caso a su propia verdad. Si tu salud es poco sana, haz algo por ella ya. Si tu sonrisa está intacta, suéltala, que la vida se te va. Si tu corazón se hizo piedra, huméctalo con bondad. Se necesitan solo seres de gran autenticidad. Que ayuden a que todo fluya, que ayuden a los demás. Pero, el único motor para eso, es que te des cuenta de tu propia realidad. Tu camino es solo tuyo. Al menos que sí te quieras, un paso que deje huella podrás dar de verdad. Mientras seas un presencia que no se logre amar, yo, esencia, me retiro, no me puedo involucrar. Quiérete aunque sea un tantito. Empieza el año formal, que la conciencia de vida, sea tu escudo y tu voluntad. Y así, tu esencia en cada una de tus presencias, será tu plena felicidad. ¡Feliz año nuevo!