La cajita de colores

El autor es conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.

¡Saquen el libro de historia!, ¡vamos a empezar!, ¡Aydé cierra la puerta, ya no entra nadie al salón!

Justo al empujar la puerta, entró Nancy, más radiante que nunca, se veía empoderada, altiva, con la barbilla en lo alto y los ojos brillantes, llenos de triunfo y presunción.

-Nancy, llegas tarde de nuevo, dijo el profesor Benjamín.

-Es que mi papi y yo llegamos muy noche de Hermosillo, respondió la más popular del salón; tomó su mochila, la puso encima del mesabanco y sacó el libro de Historia.

Acto seguido, volteó a vernos y de la manera más misteriosa metió la mano de nuevo en su mochila y extrajo una cajita blanca, sin tapa, algo manchada, y la puso sobre el libro; no conforme, volvió a meter la mano y sacó otra idéntica llena de lápices de colores, mientras que en la primera había plumones con aromas frutales; de esos que parecían tener el mismo sabor de las gomas de mascar.

Silvia vio las cajas y se acercó de inmediato, con las dos manos sobre la cintura preguntó:

-¿De qué son esas cajitas prima?, ¡qué bonitas!” y cuando estaba a punto de tocarlas, Nancy la alejó con ademanes bruscos.

-Ayer que fuimos a Hermosillo, mi papi me las compró cuando me llevó a comer hamburguesas a un nuevo restaurante muy lujoso que acaban de abrir.

Silvia me volteó a ver y dijo:

-Se ve que son muy caras, mira, tienen una forma rara y esa estrellita del frente me gusta, pero, Nancy ¿se te mancharon con aceite?

Enfadado de tanta plática el profesor Benjamín golpeó el escritorio exigiendo silencio en el aula.

Por la noche, mientras cenábamos en casa, le platiqué a mi papá que Nancy había traído unas cajitas de colores de un nuevo restaurante de Hermosillo, mi papá sabía perfectamente de qué se trataba (pueblo chico) sólo escuchó y guardó silencio.

Semanas después vinimos a Hermosillo, tenía cita con el doctor, y como de costumbre llegamos a casa de la Nena de mi tío Pedro; papá le preguntó sobre la ubicación del famoso nuevo restaurante de lujo; me tomó de la mano, y en un taxi cruzamos la 5 de Mayo bajo una lluvia torrencial, el taxista nos indicó que ahí era y nos bajó por la parte trasera del lugar, corrimos dando vuelta buscando la entrada para no empaparnos, cuando entré, sentí cómo recibía un universo paralelo, había nieves a los costados, una especie de cueva a la derecha y justo al frente una fila de gente tomando soda de unas máquinas raras, olía maravilloso, a papas fritas y hamburguesas; hicimos fila, mi papá pidió, pagó y le dieron un número de acrílico, nos sentamos y a los minutos llegó un hombre con charola en mano que nos sirvió una hamburguesa a cada uno, junto a ellas, las cajitas de lápices de colores, pero en esa ocasión, tenían papas fritas; mi papá sonrió.

El autor es conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.

@chefjuanangel