Dime tu marca preferida y te diré cómo eres

La autora de licenciada en Mercadotecnia.

¿Te has encontrado alguna marca con la que simplemente haces click?

Después de observar y analizar brevemente sus valores, sus actividades más recientes, su origen, la imagen corporativa o sencillamente después de consumir el producto o el servicio, después de ese primer encuentro se convierte en tu preferida, tu primera opción y se mantiene ahí por mucho tiempo, incluso llegas a pensar “esto fue hecho para mí” o “me representa, ¡soy yo!”.

La cuestión aquí es ¿tú te pareces a la marca o la marca se parece a ti?

Según la investigación “La identificación del consumidor con la empresa: más allá del marketing de relaciones”, realizada por Longinos Marín Rives y Salvador Ruiz de Maya, en la cual parten de los supuestos básicos propios de las teorías de la identidad social, la teoría de marcas y los grupos de referencia nos explican brevemente cómo y por qué funcionan algunas de las relaciones entre empresa-consumidor.

Primeramente, la identificación entre empresa y consumidor consiste en una relación voluntaria y activa, ya que es el consumidor quien toma la iniciativa gracias a la existencia de una necesidad que pretende satisfacer.

Es selectiva, pues es el consumidor quien elegirá aquella marca con la que se sienta identificado o cuya identidad sea similar a la propia y, por último, se mantiene gracias al objetivo del consumidor de satisfacer una o más de sus necesidades de definición personal.

Identificarse con una marca puede satisfacer en el consumidor necesidades de autoestima y de distinción de otros individuos.

Todo indica que las relaciones más fuertes y duraderas entre empresa y consumidor son aquéllas en las que el consumidor se siente identificado con la marca.

Esto tiene lugar cuando las creencias o ideologías de una persona respecto a una organización o empresa se vuelven una extensión de ellos mismos y de sus personalidades e imagen social.

El origen de dicha preferencia puede encontrarse en una idea abstracta de congruencia entre el “yo” y la marca, por la idea que el consumidor desea mostrar, comunicar o promulgar para que sea vista por los demás, e incluso por los rasgos de personalidad individuales incluidos dentro de la marca.

Generalizar estereotipos de consumidores de una marca en específico tiene algo de sentido después de todo.

Si lo pensamos bien, dichos estereotipos son considerablemente acertados pues comparten ideas, filosofías, imagen y demás características con la marca.

Recordemos también que, si observamos a las marcas desde otra perspectiva, se puede decir que son bastante similares a un individuo más de la sociedad.

Vemos a las marcas personificadas, los especialistas y expertos les brindan nombre, colores, voces, habilidades de comunicación, los diseños de su casa (puntos de venta), los unen a círculos sociales (asociaciones y convenios con otras marcas) y demás acciones de marketing que terminan creando a un ser que bien podría ser nuestro mejor amigo.

Me atrevo a decir que las marcas están prácticamente vivas, convivimos con ellas diariamente y de manera parcialmente inconsciente.

Hablar de las marcas que prefieres es en teoría, otra forma de hablar de ti mismo, curioso ¿no?

Sólo analicemos una vez más ¿de dónde surge el perfil de cada marca?

¿Existen de manera aleatoria y por mera casualidad?

¿Te habías dado cuenta de que realmente es la marca quien se parece a ti?

La autora de licenciada en Mercadotecnia.

Con certificación en Semiótica de la imagen.

Kassandraom97@gmail.com