Más vale lealtad que capacidad

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia.

Es muy cierto en la mayoría de los casos.

Los jefes prefieren subordinados leales más que capaces.

Hay una razón lógica: la conformación de grupos de apoyo.

Conformar equipos es una actividad diaria que dura años.

Crearlo es dedicarle buen tiempo a sus integrantes e interesarse en la persona y ganarse su confianza plena.

Un equipo es aquel con el cual se interactúa de manera constante y quienes lo constituyen gozan de similitudes en su forma de pensar y actuar, no se requiere repetirle dos veces las órdenes y su vida gira alrededor de un jefe quien les proporciona el bienestar suficiente para seguirle en las buenas y lo refuerzan en las malas.

No necesariamente termina en amistad la relación, pero sí hay preferencia al momento de la toma de decisiones dentro de la organización cuando se trata de nombrar sub jefes o titularidad de jefaturas paralelas.

En cambio, un grupo suele estar integrado por disímbolas personalidades y la lealtad al jefe no es una constante, sino una variable determinada por los intereses propios del integrante.

Bajo este concepto se visualiza la importancia de la lealtad pues es una condición difícil de lograr que impera en aquellos seres humanos agradecidos, que saben que serán apoyados por su jefe en las malas sobre todo y que le permite hacer planes a futuro; incluso, tiene que ver con el temperamento y el carácter formado a lo largo de años de convivir con quien colaboran.

Y siempre la relación será de respeto mutuo.

Cuando llegan a ocurrir traiciones, una sola vez se cometen y lo demás son consecuencias.

En cuanto a la capacidad intelectual de la persona, esta puede ser optimizada mediante el aprendizaje.

Como equipo de trabajo la confianza es vertical y horizontal por parte de sus miembros de tal forma que en ese mismo tenor los rasgos de comunicación suelen estar en la sincronía necesaria para limitar al máximo los errores.

El cuidado del líder se observa desde el momento en que se respetan las reglas del liderazgo impuesto. Las organizaciones que cuentan con jefes que apenas van a formar su equipo, suele presentar una proclividad a cometer fallos lamentables en sus operaciones.

El mejor indicador de que un equipo funciona cabalmente es cuando el jefe requiere de cambiar estrategias y sus subordinados ya saben cómo proceder, desde sensibilizar esos cambios hasta llevar al resto de los colaboradores a cumplir con los nuevos retos trazados y sin necesidad de ser corregidos por un mal funcionamiento en su proceder.

Ese es un buen equipo cuyo tiempo de creación es lento y tarda un buen trecho en consolidarse.

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO, DAP.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones.

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