Lo siento... esto no es negociable

El autor es Ingeniero Químico con Maestría en Dirección de Organizaciones.

Posiblemente a muchos nos ha pasado, que al cometer una infracción de Tránsito, nos vemos tentados a pedirle al oficial que nos deje pasar esta vez, que no lo volveremos a hacer y en algunos casos eso da pie al famoso arreglo o “mordida”, que viene siendo una de las formas más comunes de corrupción.

Una ley o un reglamento no es negociable, debido a su carácter de principio regulador de un comportamiento que se ha diseñado en beneficio de la sociedad en general, un arreglo o tranza al margen, prácticamente cae en lo que conocemos como soborno o corruptela.

La definición de corrupción que encontré en “Anatomía de la Corrupción” de María Amparo Casar es:

“La corrupción es el abuso de cualquier posición de poder público o privado, con el fin de generar un beneficio indebido a costa del bienestar colectivo o individual”.

México ocupa uno de los primeros lugares en el mundo en materia de corrupción en los tres índices que se manejan que son: Percepción de la corrupción; medición de la percepción de la corrupción y la impunidad.

En los últimos índices de la organización “World Justice Project”, que evalúa la corrupción en 128 países -y mencionado el miércoles pasado en EXPRESO-, pasamos del lugar 102 al 121 entre los países más corruptos.

Algunos autores mencionan que todo es negociable (Herb Cohen en su libro del mismo nombre) pero cuando nos ponemos a analizar esto, nos encontramos con muchos aspectos de la vida que no son negociables, por ejemplo: La libertad, el respeto, la honestidad, el trato justo y el pleno cumplimiento de las leyes y reglamentos.

Actualmente, tenemos un Gobierno que tiene como bandera principal su lucha contra la corrupción y tenemos muy altas expectativas de que este problema se reduzca y se castigue a los corruptos, ya que es la única forma de ganar este combate.

Hemos estado platicando de todo lo que es negociable, pero lo no negociable también es importante, en lo individual estamos llenos de aspectos no negociables, ya sea en la familia, trabajo o comunidad, que nos permite poner los límites para diferentes comportamientos propios o de otros, con los que tenemos alguna relación.

Un ejemplo de principios no negociables son los valores morales que son normas sociales con que los individuos de una comunidad deciden regirse con base en lo considerado aceptable y aquello que no lo es.

Estos valores son el resultado de una serie compleja de elecciones que lo individuos realizan a lo largo de sus vidas con base en las enseñanzas recibidas y las experiencias vividas, por eso no todos los valores morales son universales y romperlos no necesariamente representa alguna posibilidad de castigo.

Aun así, los valores morales aceptados suelen ser considerados como trascendentes, por lo tanto, no cambian con facilidad, lo que sí cambia más seguido es su interpretación y cómo afecta a la comunidad.

Los valores morales pueden ser personales, familiares, religiosos, profesionales y de cualquier ámbito donde se originen.

Por ejemplo, las empresas elaboran sus códigos de conducta o una organización establece las cláusulas de su acta constitutiva, para describir el objeto, límites, poderes y condiciones de funcionamiento de la sociedad.

El autor es Ingeniero Químico con Maestría en Dirección de Organizaciones.

Consultor Empresarial Financiero. Asociado a Pontifex S.C. Financieros.

manuel_agraz@prodigy.net