Las dos caras de México expuestas por un virus

El autor es nutriólogo, asesor e instructor de capacitación, escritor.

(SEGUNDA DE 2 PARTES)

Si bien nuestro país tiene esa brecha tan grande, al día de hoy a casi seis meses desde que inició la pandemia, las mayores exposiciones y carencias resaltadas han sido la ignorancia de la ciudadanía para actuar, acatar y ver por los demás ante una enfermedad desconocida de carácter letal.

El peor enemigo de la pandemia ha sido el mismo mexicano, su idiosincrasia, su ideología, su creencia, su falta de empatía hacia la vida de los demás, la misma idea de “el virus no existe”.

Y hoy con toda la conciencia y respeto puedo decir que a este país lo está matando su ignorancia, las cifras, las estadísticas y números no mienten y claro que si comparamos con otros países, México queda muy mal visto ante los ojos del mundo, así como la ineficiencia de un Gobierno federal por no ser coherente en el actuar y el hablar entre sus secretarios de primer nivel y el poder ejecutivo, el cual no ha entendido que es el ejemplo para 120 millones de personas que por lo menos 30 millones de ellas lo ven con fanatismo, admiración y lo siguen a ciegas.

Si bien una situación muy lamentable ha sido el manejo de la enfermedad por parte de las instituciones de salud y sus directivos, con la falta de recursos y material para abastecer los hospitales y proteger adecuadamente al personal de salud, esto ya se ha visto reflejado en el contagio de gran parte del personal de salud y costado la vida de algunos de ellos, claro que hay una culpa injustificada en la manera que se manejó todo, tanto como en países que tuvieron una atención tardía, mal manejo, o simplemente no tenían los recursos para la atención, muchos de ellos en América Latina, otros tantos como Brasil que se guiaron igual por su poder ejecutivo y por más recursos que se tengan a veces las acciones del Gobierno dejan mucho qué desear.

Esta pandemia global probablemente en algún momento se acabe, quizá volvamos a ser “libres” para volver a las vidas sistémicas y cuadradas que teníamos, pero mientras no cambiemos al verdadero virus que es la humanidad, el mundo no va a cambiar.

Ojalá todo esto nos haga reflexionar realmente en cambiar y mejorar nuestro estilo de vida, nuestra mentalidad, sacar lo mejor de nosotros como humanos, sobre todo estar agradecidos porque tenemos vida y no fuimos parte de las estadísticas, parte de las personas que se fueron a causa del virus.

El autor es nutriólogo, asesor e instructor de capacitación, escritor.