La sana medianía de Hermosillo

El autor es productor de radio y televisión.

Nací en Hermosillo el 11 de noviembre de 1973, según cuentan mis padres, la ciudad llegaba al poniente, hasta la calle Reforma y Navarrete, al norte, hasta la gasolinera El Faro, el sur de la mancha urbana llegaba hasta el Vildósola y Periférico Sur.

He sido testigo de cómo ha crecido la capital en todos estos años, pero también, por cuestiones profesionales por las que he tenido que radicar por momentos en otras ciudades, he dado cuenta que a Hermosillo le falta mucho y su mediocridad vial y económica, se pone en evidencia al compararnos con otras urbes, que de hecho eran más chicas que la ciudad naranjera y ahora, nos rebasan por mucho.

En fotos antiguas de la capital, sobre todo de mediados del siglo XX, se nota un esplendor y un desarrollo vial que hasta nuestros días es utilizado.

Es por esas fechas que se inaugura el bulevar Rodríguez, el cual partía diagonalmente el casco urbano y que es la obra vial con mayor visión que se haya construido en Sonora.

Después vinieron los bulevares Morelos, Gómez Farías, Transversal (hoy Luis Encinas) y el Navarrete a finales de los 70.

De hecho los bulevares de Hermosillo eran envidiados por otras capitales en el país.

La ciudad de los naranjos, fue la ciudad de los baldíos por décadas; el crecimiento desordenado provocó que los asentamientos nuevos, estuvieran a distancia uno de los otros.

Hermosillo se quedó atrás en muchos sentidos durante los 90 y 2000, aunque se hicieron obras como los distribuidores viales, el Skyline (los edificios altos) seguían siendo pocos, comparándonos con ciudades como León, Puebla y ni se diga Monterrey, seguimos siendo una capital de “un piso”.

La capital sonorense va atrasada, fácil, unos 50 años; ya deberíamos tener otra versión de la misma.

Los hermosillenses siempre hemos tenido cierto sentimiento conformista y conservador.

Muchos sectores de la población se oponen a las obras y al desarrollo por tal de no distorsionar la fisonomía de la ciudad.

Hace falta demoler, restaurar y crear la nueva cara de la capital y que nos haga sentir que se vive en una urbe del siglo XXI.

Pero no es así; seguimos añorando el VH, la leche de la copa y el horripilante canal de la Yucatán.

En serio, antes no teníamos absolutamente nada que presumir, y ahora menos, con los espacios de esparcimiento cerrados como La Sauceda, y otros en decadencia total como el Centro Ecológico.

Hermosillo no es para el turismo, no hay nada.

Esperemos que en los próximos años podamos alcanzar el nivel que nos merecemos como ciudad.

No será algo que solamente quede en los gobiernos, nosotros también debemos contribuir.

El autor es productor de radio y televisión.