Cuando el ciberperiodismo nos sorprendió

La autora en Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Unison.

En la década de los 90 y los reporteros locales se la jugaban por sacar al menos su cuota diaria de información para entregar en su redacción, aspiraban a completar cada una de sus notas informativas con dos o tres fuentes que las sustentaran; quienes cubrían deportes, cultura o espectáculos eran los privilegiados, porque podían hacer crónicas sin que se las editaran por cuestiones de espacio.

Los reporteros más experimentados gozaban de tiempo disponible para dedicarse a hacer reportajes y algunos con más años de experiencia y criterio formado, tenían la oportunidad de escribir una columna de opinión.

Así, de forma modesta, los diarios escritos locales cubrían de alguna manera los géneros periodísticos, pero siempre supeditados a la inmediatez con la que se tenía que presentar la información, las habilidades del reportero y los recursos con los que se contaban.

En las mesas de redacción era más sencillo planificar las agendas, todo transcurría con aparente orden, había más tiempo para contactar fuentes y hacer largas antesalas en oficinas para “cazar” funcionarios.

Los editores se daban el “lujo” de rechazar boletines oficiales y rezagar notas que no les satisfacían, o en el mejor de los casos, las incluían en el apartado de “breves”.

Esas generaciones de reporteros tuvieron que pasar estrictos filtros para poder formar parte de las redacciones, pues no se toleraba que si querían escribir, desconocieran lo básico de la ortografía y redacción.

Las notas exclusivas eran un trofeo para quienes las conseguían y el reportero era celoso de cada sílaba que publicaba y sus fuentes informativas… de esa forma muchos periodistas hicieron carrera, alcanzaron prestigio y pasaron a la posteridad con su trabajo… cuando de pronto llegó ese monstruo que todos conocemos como Internet, que vino a revolucionar todos los sistemas de información, no sólo la prensa escrita, y fue así como nació el ciberperiodismo o periodismo digital.

Ahora, esta profesión se basa en el Internet, redes y dispositivos que nos brinda la tecnología para investigar, producir y publicar contenidos periodísticos, y los medios de comunicación no tienen alternativa ya que les sería imposible sobrevivir si no incursionan, logran posicionarse, mantenerse y diversificarse en el ciberespacio.

Estas nuevas formas de redactar, narrar, diseñar y presentar la información en Internet exigen unos nuevos hábitos de lectura por parte de la audiencia, pero también una mayor preparación de quien informa, porque ser ciberreportero no significa sólo navegar en la web para buscar información ya publicada, sino generar la propia, que ésta sea de calidad y presentarla con la inmediatez requerida, a través de las nuevas modalidades y sin resistirse a los cambios que ello implica.

El ciberrerportero debe aceptar que mucha de su información, al subirla a las plataformas ya es del dominio público, y será muy difícil reclamar su derecho de autor; de igual forma, para quienes laboran buscando información se ha vuelto una práctica común compartir datos, audios, videos y fotografías con sus colegas, lo que hace para algunos mucho más cómoda su actividad.

De igual forma predomina la entrevista vía telefónica, chat o las videoconferencias de prensa.

Difícil mantener la exclusividad en tiempos en que el Internet y las redes sociales envían información que en instantes se convierte en reguero de pólvora, imposible detenerlo y tal vez esto sea lo más complicado de asimilar cuando la información ha costado trabajo obtenerla.

En entregas posteriores comentaré cómo la prensa escrita ha logrado conservar el manejo de los géneros periodìsticos tradicionales con las innovaciones de la actualidad, las cuales ofrecen un infinito abanico de opciones tanto para el medio informativo como para el público lector.

La autora en Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Unison.

Ha sido reportera, editora y correctora en medios impresos y digitales.

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