¿De verdad queremos salir de esto?

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

El supermercado siempre me ha parecido un pequeño laboratorio social que refleja mucho de la cultura y de la idiosincrasia de un territorio.

La forma en que las personas cuidan no dañar el orden de los productos o como se dirigen entre ellos cuando sus carritos de compra se estrellan, nos dice mucho de cómo es el ambiente en esa comunidad.

Y en época de Covid-19 se ha convertido en el espacio educativo por excelencia, pues la ciudadanía ha tenido que aprender a cumplir con todas las medidas como son: sana distancia, uso de gel antibacterial y cubrebocas.

Es en teoría el espacio donde más se respetan las recomendaciones que nos hacen las autoridades sanitarias, o al menos así debería ser.

Sin embargo, también es aquí donde se ven reflejados nuestros peores valores como sociedad: el engaño, egoísmo e intolerancia, son sólo algunos de ellos.

Las peores prácticas se llevan a este escenario en el cual el individualismo es el protagonismo de todo.

Las personas mienten y niegan conocer a sus seres queridos sólo para poder librar los filtros de acceso; vemos familias enteras y parejas haciendo sus compras, las cuales seguramente van pensando que fueron “muy listos” al poder “engañar” al guardia de la entrada.

La realidad es que al guardia de seguridad le da lo mismo, él sólo hace su trabajo y no es el garante de la salud de esa familia, son sus propios miembros quienes están eludiendo esa responsabilidad.

En las cajas vemos la intolerancia de las personas que no pueden guardar el tan necesario metro y medio de distancia, sólo porque no creen que el coronavirus sea real o piensan que es sólo una gripa más.

Olvidan por completo respetar a aquellos que sí creen y que salen con todas las medidas necesarias para hacer sus compras de manera segura.

No les importa el derecho a la salud de los demás.

Y así, la lista es interminable:

La joven que decidió quitarse el cubrebocas porque estorbaba en la selfie que se estaba tomando, el señor que no fue capaz de hacer caso a las enormes marcas en el piso que nos permiten tener una distancia segura y la señora que no pudo esperar 30 segundos a que la persona que estaba enseguida de ella moviera su carrito y decidió tocarlo con sus manos sin pensar que podría contaminarlo o contaminarse ella misma.

Cuando ves estas escenas, te cuestionas si en realidad las personas quieren salir de esto o si solamente vamos por la vida flotando al ritmo que la pandemia nos marca.

La economía ha sufrido severos daños, hay familias completas sin empleo y sin recursos, pero como sociedad preferimos permanecer indiferentes.

Retamos a la autoridad haciendo caso omiso de las recomendaciones, sin pensar que la vida productiva no se podrá recuperar a causa de nuestra irresponsabilidad.

¿De verdad queremos salir de esto?

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

@PaulaTakashima