Organizaciones universitarias y el coronavirus

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

La nueva modalidad en las organizaciones educativas universitarias conlleva una reducción innegable en sus costos desde el momento en que las clases son virtuales.

Un presupuesto de cualquier organización educativa conlleva un 70-30 en sus gastos antes del coronavirus.

La mayor parte sirve de pago para personal académico, administrativo y de conservación y mantenimiento.

Ese 30% deberá reducirse hasta en un 90% toda vez que no serán necesarias las adquisiciones de servicios de mantenimiento como refrigeración, limpieza, impermeabilizaciones, agua potable y drenaje y un largo etcétera incluyendo almacenamiento, adquisición de utensilios como gises, pizarrones, mobiliario y así sigue la lista.

Incluso el presupuesto relacionado con el personal administrativo también se reduciría de manera impresionante desde el momento en que el uso de secretarias, conserjes, jefes de áreas y un sinfín más, desaparecerían desde el momento en que su presencia no sería necesaria pues cualquier proceso se desarrollaría vía cibernética.

En conclusión, más o menos desaparecería un 50% del presupuesto inicial.

En el caso de México, durante el ciclo 2019-2020 el nivel presencial en estas organizaciones correspondía a poco más de cuatro millones de alumnos.

De quienes no tienen acceso a una computadora son el 13%, de allí que se maneja una propuesta de que en lugar de becas se les otorguen los medios de informática (computadora, tabletas o cualquier otro) necesarios para que tengan acceso a la educación.

Otra transmutación que sufrirán este tipo de organizaciones son relacionadas con limitada interrelación y los hechos negativos que ocurren al respecto como acoso sexual, bullying y todos aquellos que suelen ocurrir, debido sobre todo porque la tendencia es que la educación impartida a través de plataformas incidan en que la revisión de trabajos, tareas o investigaciones por parte de los alumnos, sean calificados también por el mismo software mediante un modelo informático establecido.

Esto último a su vez permitirá que el número de alumnos por maestro (que en las universidades públicas es de entre 30 a 40 por salón aunque lo ideal es que no rebasen los 25) se incrementen hasta en un 30-40% toda vez que la parte laboral más difícil, pesada, para un educador, suele ser la revisión de los trabajos entregados por la cantidad significativa que deben revisar en un tiempo determinado, pero cuyo punto lo realizaría pues, el mencionado software de la plataforma.

Es la tendencia.

Los maestros, a su vez, se conforman en dos tipos, aquellos de tiempo completo (que manejan de uno a tres grupos), cuya responsabilidad además es realizar investigación científica y gestión académica y los de horas sueltas, cuya obligación es dar clases exclusivamente y que dependiendo de su antigüedad y derechos puede impartir su cátedra en un número que varía de uno a seis grupos.

La competencia de las organizaciones universitarias también cambiará pues al reducirse de manera notable los costos deberán planificar su promoción encaminada al mejoramiento del profesorado y desaparecerá aquella tendencia costumbrista de lograr el mejor círculo de amigos entre los estudiantes para forjar un mejor futuro profesional.

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet, cuenta con licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, consultoría Especializada en Organizaciones… Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.

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