TV: negocio de vigencias, no de lealtades

El autor es productor de radio y televisión.

En 1993, cuando Televisión Azteca pasa de ser un ente estatal o una empresa de capital privado, de manera inmediata comenzó la migración de talento artístico y técnico de Televisa hacia la recién creada televisora de Salinas Pliego.

Con ello se dio un fenómeno curioso entre el público y los mismos directivos de Televisa. La empresa de Azcárraga Milmo veía como sus estrellas ya tenían otra opción para realizar su trabajo. En cuanto comenzaron a darse los cambios, el público reaccionó ante algunos artistas, señalandoles de traicioneros y poco leales.

Alguna vez en mi andar por televisoras y trabajar con gente que tenía “mundo” televisivo, una persona me dijo: “La televisión es un negocio de vigencias, no de lealtades” y la frase me encantó. Como la televisión era únicamente el medio en el que me movía, inmediatamente adopté esa filosofía que al poco tiempo, me costaría el puesto en un canal estatal en el que trabajaba y que estaba dirigido en ese momento por los criterios de un director que no sabía nada del negocio.

Brincar de una empresa a otra no es un acto de deslealtad; los directivos y ejecutivos han “poetizado” la idea de que la lealtad es el principal valor del empleado y para mí eso no es cierto. Si te ofrecen una mejor oportunidad en otro trabajo, tómala y no veas atrás, no sucumbas a las amenazas entre líneas de tus antiguos jefes, que te abordarán con frases como: “Arrieros somos y en el camino andamos”, “alguna vez se te va a ofrecer”, entre otras.

Igualmente los mismos trabajadores (de la tv en su momento) eran los primeros que reprochaban a sus excompañeros por haber migrado a otra empresa. Ni modo, uno va a donde su talento es reconocido y que derive en una mejora del ingreso salarial.

Pero los mexicanos tenemos ese gen de “súbdito emérito”, el cual, influido por las antiguas generaciones y sus costumbres, no hemos podido eliminar del todo.

“Te fuiste a la competencia”, “chaquetero” y otras expresiones que nos han dicho a quienes cambiamos de casa de trabajo, siguen ahí en el colectivo, sobre todo de gente que escudándose en la lealtad empresarial, jamás hicieron el intento de salir de su burbuja y buscar otros escenarios profesionales, por temor a no conseguir nada o por temor a sus superiores.

Atrévanse a cambiar la camiseta, a volar, sobre todo si son jóvenes que trabajan en medios. No se enquisten la marca, eso de “traer tatuada la camiseta” es un invento de Recursos Humanos. No se tatúen nada, sientan la libertad y tener la opción de cambiar; el arrepentimiento puede ser muy poderoso.

El autor es productor de radio y televisión.