Entre vino y vinagre: la importancia de las comunidades de mujeres

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

“Entre vino y vinagre” es una comedia estadounidense que cuenta la historia de seis amigas que se reencuentran en un viaje para celebrar la llegada a los 50 años de una de ellas.

La película se desarrolla en medio de los hermosos paisajes de los viñedos de Napa, California, dándole una atmósfera fresca y relajada.

Este filme habla de la capacidad de entablar relaciones sororas y de largo plazo, que nos acompañen a lo largo de nuestro caminar por la vida; es la historia de mujeres que se apoyan en sus problemas de pareja, de salud e incluso que asumen de manera conjunta las diferentes señales de desgaste que llegan con la edad.

Ver esta obra de la directora Amy Poehler me llevó a pensar acerca en lo importante que es formar parte de comunidades de mujeres.

Desde mi experiencia personal, puedo compartir que he tenido la fortuna de contar con grandes amigas con las cuales he llorado y reído, pero lo más importante, he evolucionado con ellas.

Esas comunidades de mujeres son las que te acompañan en los grandes momentos: son a las que vas a llamar cuando tomaste la decisión de casarte, las que están contigo cuando vas a emprender un negocio, las que celebran a tu lado la llegada de los hijos, y las que aplauden cada logro que tienes en el camino.

Lo más importante, es que son también las que te van a acompañar en los peores momentos:

Son las que tomarán tu mano cuando una persona muy querida fallezca, las que darán todas las batallas que sean necesarias contigo y las que encontrarán las frases exactas para decirte cuando estés tomando decisiones que ponen en riesgo tu felicidad o tu futuro.

¿Quién no recuerda a ese grupo de amigas que estuvo a nuestro lado cuando nos rompieron el corazón por primera vez?

¿Recuerdas a esas amigas que lloraron contigo cuando tuviste los primeros roces con tus padres al llegar la adolescencia?

Creo que las mujeres somos muy afortunadas, pues los lazos que construimos desde la sororidad, son irremplazables, pero sobre todo eternos.

Parte de los que somos se lo debemos a nuestras amigas: a sus consejos, a su cuidado, al aprendizaje conjunto, pero sobre todo al amor incondicional que nos tienen.

Ese amor ilimitado que sin importar la distancia y el paso de los años, permanece intacto.

Eleanor Roosvelt decía:

“Muchas personas entrarán y saldrán de tu vida, pero sólo las verdaderas amigas dejarán huella en tu corazón”, por ello seamos agradecidas de nuestras comunidades de mujeres y las amigas que en ellas habitan.

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

@PaulaTakashima