El rol de la sociedad en la identidad de género

El autor es próximo Licenciado en Psicología con orientación al área de Genero, Violencia de Genero, Masculinidades, etc.

Para Téllez y Verdú (2011) tanto el hacerse hombre como hacerse mujer, es el resultado de un proceso de construcción social donde a cada uno de ellos se le asignan una serie de rasgos, símbolos, comportamientos y valores que son definidos por la misma sociedad en cuestión y que a su vez, interactúan con otros elementos como la etnia, la clase, la sexualidad o la edad y que son manifestados en un amplio sistema de relaciones, que, en esta cultura, han tendido históricamente a preservar la experiencia exclusiva del poder al individuo masculino.

Es por esta misma razón que existen y se derivan distintas identidades de género, pero es un tema que dejaremos para más adelante.

El objetivo hoy, es hacer consciencia de que el concepto que las nuevas y futuras generaciones tengan de Masculinidad o en otras palabras lo que conocemos como “El que es ser hombre” o de Femineidad “Que es ser mujer”, dependerá en gran medida de lo que el día de hoy, como sociedad; padres, vecinos, amigos, hagamos en conjunto para definirlo.

Para que un individuo construya su identidad, la dinámica social cobra gran importancia al estar presente y formar parte de una cultura, que, unida a elaboraciones personales, experiencias e interpretaciones subjetivas, afectaran la forma de percibir el mundo y de cómo nos relacionamos con él, además de conocer las limitaciones y posibilidades de un grupo y/o personales tanto para hombres como para mujeres.

Es, por tanto, una obligación no escrita y una invitación abierta a que comencemos a cambiar estos procesos, que dejemos de atribuir comportamientos únicos y específicos para cada sexo, sobre todo en lo que corresponde a los roles, entendiendo por roles todo aquello que se espera de nosotros… que actuemos, hablemos, nos vistamos, y nos comportemos según nuestro sexo.

Por ejemplo, se espera que mujeres y niñas se vistan de forma femenina, sean educadas, complacientes y maternales.

A su vez, se espera que los hombres sean fuertes, agresivos e intrépidos y aunque con el paso del tiempo estas ideas han ido desapareciendo, cada sociedad, cada grupo étnico de diferentes culturas tiene expectativas en relación a los roles de género, es por ello, como ya vimos, que pueden variar entre un grupo y otro, (Lamas, 2002:33).

Las buenas noticias son que al igual que varían con el tiempo, también, pueden cambiar, aun dentro de la misma sociedad.

Por ejemplo, el rosa era considerado un color de uso femenino, y el celeste, masculino, ideología sostenida por muchos y que, con el paso del tiempo, este simbolismo ha sido deconstruido, sería un error decir que erradicado ya que al igual que sucede con los roles, aún existen muchas personas que mantienen este estereotipo en vigencia, que claramente, es menor día con día y esto fue gracias a que como sociedad, dejamos de lado muchos prejuicios.

Los exhorto a que continuemos así, ¡saludos!

El autor es próximo Licenciado en Psicología con orientación al área de Genero, Violencia de Genero, Masculinidades, etc., Ingeniero en Sistemas Computacionales.

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