¿Qué tan preparados estamos para la adversidad?

La autora es directora de Voz Empresarial.

El Covid-19 ha venido a trastocar todas las entrañas de la estructura humana, la salud, lo social, económico y política.

Los gobiernos de casi todos los países le quedan a deber a la ciudadanía que ha sido víctima de una enfermedad altamente contagiosa y miles han muerto, dejando familias en la desesperanza completa.

La humanidad ha sido tocada para responder con resiliencia, pero la mayoría no ha sabido hacerlo y ahora se ve el descontrol en marchas masivas que son supuestamente raciales, pero que entrañan el estallido interno de las personas por buscar un propósito en la vida que no sea lo material y ese mercado de consumo, que consumió la espiritualidad del alma social.

Estamos viviendo un momento complicado que será un antes y un después, la libertad se acabó, se creía que la prosperidad era exigible y tendríamos una vida larga y feliz, agua caliente, comida a domicilio, viajes; nunca en la historia habíamos tenido tantas comodidades de una vida material, dice el rector de la Universidad Panamericana, Dr. José Antonio Lozano.

Peto todo en la vida se acaba y la adversidad no avisa y esta vez nos encontró sin preparación para la adversidad, no podemos ser como antes, nadie sabe qué va a pasar, dice el rector y especialista en la conducta social en México.

La adversidad llega de manera individual y ahora fue colectiva y es inevitable, pero resulta que puede ser una gran maestra, nos ayuda a encontrar mejores condiciones para cuando pase la adversidad seamos mejores personas.

Decía el psicólogo Erick Frank que el ser humano necesita vivir en tensión, es parte sustantiva de su evolución para encontrar su sentido y propósito, porque cuando no hay nada que alimente esta necesidad se pierde lo más valioso que es ofrecer lo mejor que se tiene para que el mundo sea un lugar mejor para vivir y que sea para todos de una manera más justa y esto ha estado olvidado y ahora el Covid-19 nos los evidencia.

La humanidad estaba en el umbral de la tensión y el hastío, y este último era lo que estaba provocando un mundo ridículamente materialista y alejado de toda sencillez y la gratuidad que la vida con su belleza ordinaria nos daba todos los días, pero ya no veíamos y que ahora añoramos con locura ver acompañados de nuestra familia en un gran abrazo y atardecer que nos lleve al cielo en la tierra.

Las personas, dice Lozano, se pueden comparar con los atletas después de una lucha con una disciplina rígida y constante para llegar a cumplir sus sueños de lograr triunfar, ese cuando se logra la meta del éxito, el sentimiento que se experimenta no hay palabras que se puedan expresar, vienen de la parte más íntima del ser que es inmutable y se mantiene siempre, esperando ser expresado.

Hay un libro que recomendó para que lo leamos todos en esta crisis y se titula Desde la Adversidad; Liderazgo, cuestión de carácter, escrito por Santiago Álvarez, profesor del IESE de Barcelona, y que dice que la gran maestra es la adversidad que urge con firmeza a responder y nos proteja de la vanidad y la autocomplacencia.

Las crisis cuando llegan en su primera etapa es la negación, negar lo que está ocurriendo, hoy existen miles de personas que dicen que el Covid-19 es mentira; vienen el miedo y el conflicto, no saben qué va ocurrir; después la aceptación y empiezan las negociaciones consigo mismo; luego aparece la tristeza; más tarde se asoma la esperanza, y por último llega la resolución, que es el músculo espiritual del hombre y que se convierte en la acción de cambiar lo que se vive o asumirlo si no hay otra opción.

El doctor Lozano explica que ante la adversidad se debe mantener la serenidad y concentrarse en uno mismo, porque la adversidad es individual y cada uno pasará su proceso y ante esta circunstancia donde la salud y la economía están en aprietos como nunca se había vivido desde la Segunda Guerra Mundial, se tiene que estar preparado, porque esto apenas empieza, acota.

Sintetiza y asegura que todos los humanos debemos trabajar con nuestro interior y tomar una decisión desde la razón y el corazón humano, ya que no se pueden controlar los problemas externos, pero sí la forma como los enfrentamos.

Concluye diciendo que el mundo está en nuestro interior y menciona un proverbio latino que dice que “La prosperidad muestra a los dichosos y la adversidad a los grandes”.

La autora es directora de Voz Empresarial.

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