Cuando el destino nos alcanzó

La autora es Directora de Voz Empresarial.

Por una sola persona valen todos los sufrimientos que se hagan en la vida, sobre todo aquellos que aman a Dios y lo conocen y desean servirle sin cortapisas a través del servicio a los demás y de una conducta correcta que permita su confiabilidad, entre lo que dice y hace.

El destino nos alcanzó y ahora no sabemos cómo enfrentarlo al menos con los paradigmas anteriores que se están derrumbando y uno de ellos es hablar de Dios en los medios de comunicación y que era tema tabú, supuestamente por la laicidad que impera en nuestro país.

Por una sola persona que se salve del Covid-19 o que trabaje en su ánimo y actitud por nuestros mensajes vale la pena seguirlo haciendo, y eso refuerza que ahora llegó el momento de apoyar incondicionalmente al otro que lo veíamos tan lejano y que ahora es cercano porque puede correr la misma suerte que tú, seas rico, pobre, joven, empresario, académico, político, no hay nadie que se salve ante este invisible virus.

Si nos ponemos a razonar esto se va acabar tarde que temprano, ¿quiénes irán a quedar vivos?, ¿sin chamba?, ¿sin casa?, ¿sin su antigua historia?, pues creo que todos, porque nadie se va olvidar de esta etapa donde la fragilidad fue el nombre del juego, donde la soberbia fue pateada desde el cielo para que volteáramos a ver que somos polvo.

Todos los días amanece más gente contagiada y mayores defunciones en el mundo, más de 6 millones de personas y más de medio millón de defunciones, seres como tú y yo que nunca pensaron morir de esto hace 6 meses y que ahora son historias que tendremos que recordar por siempre porque son los testigos de que hicimos mal las cosas, gobiernos y ciudadanía en general.

Si el destino esta enfrente de nosotros, ahora es cuando debes preguntarte: ¿cómo voy a poner mi vida al servicio por un mundo mejor donde las personas sean tratadas igual y no haya desigualdades tan perversas como las actuales?

Yo tampoco sé qué debo hacer, pero todos los días al anochecer agradezco que fue un milagro llegar a dormir con la familia y a la mañana abres el ojo y te persignas encomendando a Dios tu vida y la de tu familia y la del mundo y exclamar alto, rendidos a Su Divina Voluntad.

Son ideas muy personales que comparto contigo porque mis proyectos de vida se han transformado por completo, tengo que rehacerlos, pero fundados en la voluntad de Dios.

Este ha sido mi gran descubrimiento en esta pandemia, encontrarme con un Dios tan lejano y tan cómodo para mí que siempre le decía que tenía mucho quehacer.

Ahora, con la mirada hacia arriba, pedimos que esto termine, que la gente deje de sufrir y morir y que pueda volver a una nueva realidad a la que nos tendremos que adaptar lo mas pronto posible.

Que el miedo no nos venza, porque estar encerrados más de 80 días te vuelve temeroso del exterior, además de que lo ponen como un lugar peligroso para tu existencia.

La arrogancia continúa en el mundo, vemos políticos perdidos y distanciados de las personas que se sienten abandonadas a su suerte, sobre todo en países como el nuestro con tantas carencias y donde se han perdido millones de empleos, pero no vemos que se hayan perdido puestos políticos, al contrario, ya viene el 2021 y ni la muerte los podrá parar según ellos, de ese tamaño es su soberbia.

Hay que trabajar hacia adentro de nosotros mismos aunque te digan que estás loco/a y planear tu vida con otra óptica diferente, gozar de cada momento, aunque sea corto y es que el tamaño de tu sueño es el tamaño de tu fuerza para alcanzarlo.

La humanidad seguirá pero ojala sea una humanidad más humana y no deshumanizada como la que nos llevó a esta crisis de chocar contra todo lo creado por el amor de Dios.

La autora es Directora de Voz Empresarial.

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