Decisión, su camino en la organización

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

La dirigencia de toda organización, ganada a pulso, heredada o impuesta, maneja su toma de decisiones con base en un comité al que suelen llamar Consejo y donde por democracia se define el camino a seguir -que disemina la responsabilidad ante el fracaso-, y/o con base en lo que dicta una sola persona, quien carga con el resultado final, positivo o negativo.

Pero la decisión tomada recorre el largo y sinuoso sendero que lo llevará a que la organización sufra o goce al final.

Gran verdad es que una mala decisión conllevará a un resultado negativo, pero ello, al igual que a la inversa, por lógica simple, se conocerá en un tiempo determinado.

Sin embargo, ¿por qué fracasan aquellas organizaciones cuyos dirigentes tomaron las decisiones más adecuadas?

La respuesta, que amerita profundidad, tiene que ver con el dirigente, líder, jefe o como quiera llamarle y su círculo más cercano.

Si diseccionamos el fenómeno tendríamos que una decisión adecuada, pero mal diseñada, es lo mismo que tomar una pésima decisión.

Quienes han vivido esto lo podrán comprender mejor.

Pero vayamos por partes.

Primero, entre más precisa sea la orden se limitará al máximo su malinterpretación o que entren como cuñas las iniciativas propias, normales, naturales y humanas de quienes deben cumplirlas.

Segundo, uno de los errores más comunes de quienes ordenan es que ignoran la metodología de las decisiones, que deben comprender una serie de características esenciales en un primer, segundo y tercer orden.

Es decir, el jefe debe comprender que lo que decida lleva sus tiempos de cumplimiento y que es por partes –en orden de importancia-, que él mismo debe imponer pues cuando en la búsqueda de un objetivo se dan dos órdenes a la vez –por poner un ejemplo simplón–, suele causar ruido y permite la discrecionalidad de quienes le obedecen, por ello debe ser a cuentagotas como salgan, en el orden de importancia que el directivo establezca.

La rapidez con la que se cumpla ese mandato obedecerá a la prontitud con la que sus subordinados cumplan con lo dicho.

En esa medida, si es lento el cumplimiento y ello origina que se desvíen o se cumplan a medias los objetivos, el jefe siempre, siempre, debe contar con un equipo cercano que impriman celeridad a la orden mediante diferentes tipos de herramientas de carácter supervisoras.

Tercero, de no actuarse, la contra respuesta de la organización –que siempre existirá- positiva cuando todo marcha bien y negativa cuando hay lentitud, cumplimiento a medias, baja productividad, etcétera–, será en primer término en el área de la comunicación y es cuando “radio pasillo”, inconformidad, desmotivación y enojo, aparecen.

Luego vienen otras circunstancias que serán tema aparte.

Por eso es importante que tras una decisión se encuentre establecido un modelo o esquema de cumplimiento basado en tiempos y rendimientos esperados como indicadores para saber si la organización va por el camino adecuado o se ha desviado.

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

Licenciado en Administración de Empresas, con Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones…

Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.

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