A problemas sin precedentes, soluciones sin precedentes

El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.

A pesar de que el mundo ha vivido episodios muy difíciles, es una realidad que jamás se había enfrentado a la situación que estamos experimentando con el Covid-19.

¿Quién nos iba a decir que viviríamos una pandemia, que un virus procedente de China iba a contagiar a cerca de cinco millones de personas en el mundo y a matar a más de 300 mil y que estas cifras aumentarían día a día?, ¿quién iba a pensar que debíamos confinarnos en nuestras casas durante varios meses y se pondría en jaque a la economía mundial?, ¿y quién diría que no se puede predecir cuándo es que se va a “normalizar” tal situación?

Estamos viviendo una situación excepcional que requiere de toda nuestra capacidad de resiliencia.

La estamos pasando mal, muchos han perdido a seres queridos, trabajo, proyectos; no sabemos qué va a pasar, el futuro económico que nos espera no parece muy alentador y por si todo esto fuera poco, esperamos que nuestra salud no se vea comprometida a consecuencia de una infección por coronavirus complicada.

Nadie está preparado para tanta incertidumbre, nadie confía tanto en sus capacidades como para abordar una crisis sin precedentes porque nadie tiene experiencia en algo similar.

La única esperanza es una vacuna a la cual le faltan meses o años para su liberación y aplicación.

En México, hasta el momento hemos “obedecido de forma parcial” el distanciamiento social y el aislamiento en nuestras casas, pero va a llegar el momento en que esto deje de acatarse, ya sea por necesidad de trabajo o simplemente por salud mental.

Son condiciones de una carrera de fondo con el agravante de desconocer qué tantos kilómetros hay que recorrer para, de perdida, irse dosificando.

Todos sabemos las terribles consecuencias de cuando se pierda el control y todos salgan a la calle.

Entonces, si sabemos que muy posiblemente se va a llegar a la “reintegración a la vida cotidiana” de forma descontrolada, para un problema sin precedentes, hay que crear soluciones sin precedentes.

Debido a ello, qué tan factible o descabellada resultaría una alternativa de “auto contagio” desarrollada en 3 etapas:

1.- Campaña intensiva de fortalecimiento del sistema inmunológico dirigido a toda la sociedad.

2.-Desarrollo y aplicación de campaña de “auto contagio o contagio voluntario” misma que, a grandes rasgos, funcionaría de la siguiente manera:

Las personas interesadas acuden voluntariamente al módulo acondicionado para tal efecto.

Tras confirmar que no padece de ninguna enfermedad crónica como diabetes, hipertensión, obesidad, etcétera, que pudiera aumentar el riesgo de su proceso, y después de comprobar su estado de salud, mediante una química sanguínea o algún otro examen pertinente, se inoculan con el virus para que se contagie.

A partir de ese momento el paciente se retira al aislamiento en su domicilio y se le aplica un sistema de monitoreo.

3.- Dar de alta al paciente y reinserción de la persona a sus actividades normales, con seguimiento de su evolución por un periodo determinado de tiempo.

Lógica que pudiera sustentar la alternativa:

Las proyecciones indican que entre 60 y 70 % de la población del planeta se contagiará del virus, ¿por qué entonces no se programa ese contagio para llegar a ese porcentaje de una forma controlada?

Algo así como una “inmunidad de rebaño” programada.

Si el índice promedio de recuperación de los contagiados de Covid-19 es mayor al 90%, sin considerar a las personas asintomáticas, entonces al someterse a una infección controlada del virus a individuos con buen estado de salud, sin condiciones de enfermedades crónicas, monitoreando su evolución, es de pensarse que este porcentaje se incremente cercano al 100%.

Si bien es cierto que no existe vacuna, existen tratamientos profilácticos que pudieran ser aplicados en las personas inoculadas para reforzar la evolución favorable ante la enfermedad.

En caso de una posible complicación, ya existen protocolos desarrollados por instituciones de investigación que pueden implementarse en los pacientes que lo requirieran.

La implementación de este proceso de “auto contagio controlado” traería consigo, en teoría, varias ventajas, cinco son de destacarse:

1.- No se requeriría de hospitalización.

Todo el procedimiento es en casa, con las enormes ventajas que esto significa.

2.- El tiempo de reintegración a las actividades normales de manera segura para las personas voluntarias se acorta sustancialmente.

3.- Se protege de manera más efectiva a la población más vulnerable.

4. -Se acorta el tiempo para la reactivación económica.

5.- Lo más importante: descendería el número de fallecimientos.

Tarde o temprano se perderá el control para que las personas permanezcan en sus casas y la economía está colapsando por falta de productividad.

Den por hecho que estas personas van a salir de sus asilamientos, sin tener en cuenta que su sistema inmunológico se encuentra debilitado por efectos de la cuarentena, lo que va a provocar un incremento en las enfermedades virales, incluyendo por supuesto el Covid-19.

Quizás entonces no suene tan descabellada la idea del “contagio voluntario”.

Pudiera intentarse al menos a nivel piloto para evaluar los resultados.

Mientras más pronto mejor.

Después de todo, a problemas sin precedentes, soluciones sin precedentes.

El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.

gmontanop@yahoo.com