El Workaholic

El autor es Director de Marketing Digital en Sherpa Estudio.

Hoy que algunos tenemos el privilegio de trabajar en casa leo a muchos en Twitter hablar del trabajo, dicen que jamás se acaba y que trabajan más horas desde casa. Esos que leo son los mismos que siempre se están quejando de la abrumadora cantidad de trabajo que tienen y se jactan del trabajo que se llevan a casa el fin de semana cuando nos manejamos en "horario regular" o el mundo antes del coronavirus.

El workaholic es una figura que tiene décadas siendo alabado, la verdad se los confieso, alguna vez también lo fui. Esta necesidad de no ser eficiente a menos de que trabajes en cada momento extra posible es una realidad y desde casa la sensación aumenta porque si no hago de más no haga nada, es uno de los principales pensamientos workaholics y no los culpo. Vivimos un bombardeo mediático, de coaches y empresas que nos dicen que debemos dar el 200% si queremos lograr algo en la vida.

La verdad yo sí logré algo, un episodio de ansiedad reventando por mi piel ¿te imaginas a la mole de 4 fantásticos, pero en morado? Ese fui siendo workaholic. La ansiedad de tener que dar el 200% estaba generando consecuencias en mi cuerpo. Ahí aprendí la lección laboral más valiosa que he tenido. Mi trabajo no vale mi vida.

Y sí, muchos exitosos emprendedores y coaches al escucharme decir esto me argumentan que mi trabajo es mi vida, que lo que hago me define y decide mi éxito futuro. ¿Cómo pasearé en cruceros cada verano si no trabajo 16 horas al día? Alguna compañera de trabajo me dijo: "el domingo no existe, no tenemos que descansar nada, simple". Ella también proponía siestas de dos horas un par de veces al día y el resto de las 24 horas trabajarlas, se lo dijo un gurú de recursos humanos.

El problema con esto es que, aunque mi trabajo me gusta, no me define, al final del día mi mente como creativo necesita alimentarse y descansar para funcionar. La experiencia que vivo como usuario y cliente mejoran la capacidad de diseñar estrategias para usuarios.

Obviamente he trabajo con muchos que padecen esta triste condición y en un mero acto de observación empírica, es fácil detectar cómo el trabajador workaholic es todo, menos eficiente; el saber que me quedaré horas extras o me llevaré trabajo a casa me permite perder tiempo siempre en mi horario laboral y mucho de ese tiempo se va en quejarse de la cantidad de trabajo con otros adictos, parecía ser un síndrome en donde si no estoy ocupado, pierdo valor.

El trabajo creativo necesita espacios para suceder, experiencias que, trabajando todo el día, no sucederán, aun estando en casa. Desconectarse del escritorio, leer, ver memes y esa serie de la que todos hablan nos ayuda a vislumbrar el mundo, darnos una vuelta por ideas ajenas para generar las propias, así que me declaro un rebelde, me niego a ser workaholic, incluso cuando hoy es la norma del trabajador promedio.

El autor es Director de Marketing Digital en Sherpa Estudio.

Fb. Alberto Bueno