¿Para qué la lucha por el poder?
El auto es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet
Se han escrito infinidad de letras en torno a la lucha por el poder dentro de las organizaciones de cualquier tipo, sobre todo en el cómo y porqué lograrlo, el manejo de estrategias, tácticas, hay tratados completos sobre esto que reflejan historias que luego conocemos a través de libros de texto para su estudio o bien, que son bestseller y éxitos de taquilla en cine y teatro.
Pero hay un punto que los sicólogos (en lo individual) y los sociólogos (en lo social), llegan a una sencilla razón al preguntarse para qué se busca llegar al poder: por vanidad.
Pero para quienes estudiamos las organizaciones es una razón que no es suficiente.
Se entiende que quien busca llegar a la cima lo hace para lograr cambios, así sea en la forma particular de conducción de la organización o bien, en la manera como las mayorías quieren que se conduzca la misma a lo que suelen llamar en las macro organizaciones, democracia o consenso de unos cuantos/muchos para redefinir el camino a seguir.
Los efectos colaterales del para qué –por supuesto dirigidos por el o los nuevos dirigentes--, conlleva varias etapas entre las que sobresalen un nuevo orden relacionado con cambios estructurales, de tal forma que ello implica restañar heridas causadas para incrementar el control pues siempre quedan heridos en el camino con capacidad de sublevarse mediante el exterminio o la negociación; la imposición de las nuevas reglas y sostenimiento del futuro que significa adoctrinar a las nuevas generaciones mediante propaganda o programas de borrón y cuenta nueva dirigida sobre todo a niños de entre 10 y 17 años, que son los más susceptibles de lograr imponerle las ideas que se quieran.
Es en este período de la edad cuando el ser humano realiza las preguntas sobre el mundo que le rodea y se conforma una imagen que guiará sus pasos el resto de su vida. Por ello se comprenden los programas sociales de izquierda dirigidos a este sector poblacional vía becas (secundarias y prepas) o bien, de apoyo a los abuelos que se refleja a su vez en la aceptación tácita de dicha acción que incide en sus nietos que vienen siendo el mencionado sector como ocurre en México de manera reciente.
Otras organizaciones, como las religiosas, buscan su proselitismo en este mismo tipo de población mediante diferentes tipos de herramientas, lo cual amerita un tema aparte.
Hay que recordar, tema que se ha tratado en otras colaboraciones, que el ser humano tiene un gen que le indica que siempre debe tratar de ser el líder, es una connotación natural que únicamente puede ser sosegado, limitado o encuadrado dependiendo del pedazo de poder que quiera tener la persona que bien puede estar encuadrado en una parte de la organización y llegar a disgregarse en otras de menor rango que vendría siendo la familia.
Para que se pueda cumplir con la prospección del para qué tienen necesariamente que cumplirse tres reglas: tenacidad y perseverancia en primer término; convencimiento y promoción en segundo y un estado de iluminación de quien o quienes impregnen la nueva búsqueda del futuro.
Hay múltiples factores que rodean estas características, así como estrategias. Pero, como dijimos al principio, hay un hecho contumaz por parte de quienes buscan estos cambios: la vanidad (que se puede revestir de ideología, iluminación, costumbres y un largo etcétera) pues la vida del ser humano es finita.
¿Cuándo se pierde el rumbo?, desde el momento en que el servir a los demás se tergiversa, por un lado y por el otro, cuando en el camino de los cambios se inyectan tales medidas que los afectados son más los que sufren que los beneficiados. Y es cuando el círculo vuelve a empezar.
El auto es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública.
Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones… Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.
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