Una vida es una vida

La autora es especialista en Derechos Humanos, Democracia, Niñez y Política Pública.

De forma reciente, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, estuvo internado en el Hospital St. Thomas ubicado en el centro de Londres frente al Palacio de Westminster en cuidados intensivos a causa del Covid-19, lo que evidencia nuevamente que el virus puede alcanzar a cualquiera y que no distingue entre una y otra persona.

Afortunadamente, hace unos días y ya recuperado, el Primer Ministro publicó en su cuenta de Instagram un video en donde agradeció a las enfermeras y enfermeros que estuvieron al pendiente de su salud y salvaron su vida.

Sinceramente, lo que más llamó mi atención, fue la cantidad de nombres de enfermeros y enfermeras que mencionó: Po Ling, Shannon, Emmily, Angel, Connie, Becky, Rachael, Nicky, Ann, Jenny y Luis; esto, porque me parece que quizás en nuestro imaginario suponemos que si nos llegamos a contagiar podríamos tener esa misma suerte, porque quizás la atención médica como la entendemos, incluye: personal profesional, medicamento, tratamiento y el equipo necesario para poder recuperar nuestra salud. Y por supuesto, la atención médica la asumimos como algo que no se puede negar a nadie, por un tema fundamental de humanidad ¿no? porque no sería justo que se atendiera a unos sí y a otros no, o a unos de una manera y a otros de otra distinta; porque una vida es una vida, porque los seres humanos no somos estadística, porque... ¡porque la salud y la vida son derechos humanos!

Exacto, porque son derechos que protegen bienes básicos y tienen que ver con algo tan profundo como la dignidad, por eso, incluso sin ser estudiosos de este tema de los derechos humanos, pareciera que algo dentro nos dicta una pauta de qué es lo correcto, lo justo y qué no.

Sin embargo, en nuestro país ya se publicó la "Guía Bioética para la Asignación de Recursos de Medicina Crítica" por parte del Consejo de Salubridad General, en donde prácticamente se emiten lineamientos muy claros para decidir a quién sí y a quién no proporcionar equipo de medicina crítica, esto con el fin de que el personal médico pueda tomar decisiones en un escenario en el cual los hospitales presenten una demanda que rebase la cantidad de equipo de medicina crítica disponible (respiradores, por ejemplo).

Lo gravísimo es que en esta Guía se prioriza a las personas más jóvenes y a quienes no presenten otras enfermedades además del Covid19, por encima del resto. El documento se rige por dos principios: salvar la mayor cantidad de vidas y años - vida. Pero ¿y en dónde queda la obligación constitucional de garantizar los derechos humanos?

Es absolutamente comprensible que los recursos pueden ser limitados y que esta pandemia tomó por sorpresa al mundo entero, que el lío es global y que, además, es por demás complejo; sin embargo, el Gobierno mexicano debiera buscar alternativas de forma exhaustiva para poder dar cumplimiento al derecho a la vida y la salud.

El Comité de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, DESC, en su Observación General No.14: "El derecho al disfrute del nivel más alto posible de salud", expresa claramente que, "un Estado que no esté dispuesto a utilizar el máximo de los recursos que disponga para dar efectividad al derecho a la salud viola las obligaciones que ha contraído en virtud del artículo 12.

"Además, aclara que si la limitación de recursos imposibilita el pleno cumplimiento por un Estado de las obligaciones que ha contraído en virtud del Pacto, dicho Estado tendrá que justificar no obstante que se ha hecho todo lo posible por utilizar todos los recursos de que dispone para satisfacer como cuestión de prioridad las obligaciones señaladas.

Por tanto, la pregunta que me surge es si el estado mexicano, de verdad, ha hecho todo lo posible para utilizar todos los recursos de los que dispone para poder atender a la población que se contagie de este virus y que requiera hospitalización; y no sólo eso, sino cómo lo va a justificar, porque ciertamente la publicación de la Guía Bioética da a entender de alguna forma como que ya nos hemos resignado y cruzado de brazos y que ante la falta de recursos simplemente no nos queda más que elegir entre un paciente u otro, y que incluso, ante dilemas de "empates" entre pacientes, en algo que parece una cruel y absurda competencia por un respirador, por ejemplo, no tenemos más opciones.

Es además conveniente recordar que el derecho a la salud fue reconocido como derecho humano en el Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, PIDESC, de 1966, al que México se adhirió posteriormente en 1981, por lo que existe una responsabilidad internacional innegable respecto al derecho a la salud y a otros tantos derechos.

Sin duda, esta crisis sanitaria viene a ser un reto enorme para todos los gobiernos del mundo, pero ser una nación más rica o más pobre no puede ni debe ser excusa para violar derechos, miremos qué dicen los estándares internacionales, busquemos alternativas antes de redactar lineamientos que nos lleven a elegir entre vidas humanas atropellando, además, el derecho y principio a la igualdad.

La autora es especialista en Derechos Humanos, Democracia, Niñez y Política Pública.