Los azulejos amarillos

El autor es Licenciado en Periodismo y chef profesional

(De mente abierta y lengua grande)

Una barra de cemento rodea tres paredes de la cocina, debajo del muro horizontal se dispone un espacio para insertar los muebles que almacenarán sartenes, ollas, jarrillas, latas de sardinas, endiabladas, bolsas con chiles secos y contenedores llenos de harina y azúcar. En la pared de la derecha hay una ventana grande que llena de luz y oxígeno el lugar de inspiraciones cotidianas, del quehacer principal de la casa: cocinar.

Abro los ojos y el muro está totalmente cubierto de azulejos amarillos, colocados uno tras otro a la perfección; por la ventana ingresa un aire lleno de azar; me encuentro sentado en la entrada de la cocina, a la izquierda, sobre un banquito de madera que me permite poner los pies sobre el piso a mis 5 años. Ese, es uno de los primeros recuerdos de mi vida que alcanza a vislumbrar la memoria, momentos llenos de aromas: a hígado empanizado, papas con chile, frijoles guisados, bistec con cebolla, lentejas, a caldo de queso y pollo empanizado; se trata de la cocina de mi mamá, donde entrábamos y cabíamos todos, un espacio diseñado para que todos cocináramos, laváramos platos y pasáramos los mejores momentos.

El banquito de madera tenía como propósito controlar mis travesuras, mamá cocinaba y nos vigilaba, decía cómo terminar de colorear un libro, platicaba con nosotros y estaba al pendiente de todo. Desde ese banco vimos con naturalidad el proceso completo para elaborar muchos platos, desde lavar y pelar las verduras hasta probar el potaje final para terminar de sazonarlo; actividades que se volvieron parte de nuestro día y nos motivan ahora a estar dentro de un espacio del que muchas familias forman parte, pero no de manera activa.

En este momento tan difícil que estamos pasando, la cocina es un refugio perfecto para aprovechar el tiempo, y enseñar o aprender las grandes cátedras de vida que nos da este rincón:

1. El placer de servir se aprende en la cocina, cuando después de preparar alimentos, tenemos la cortesía de poner la comida sobre un plato, llevarlo a la mesa y posteriormente participar en la limpieza.

2. Practicar el orden es la mejor manera de tener una cocina en armonía, involucrar a la familia en el acomodo de cada cosa nos enseña sobre la importancia de trabajar en un espacio agradable y de fáciles accesos.

3. El lavado bien hecho de platos, tenedores, orilla de ollas, mango de sartenes y fondo de vasos es una maestría para la vida, nos vuelve observadores y perfeccionistas.

4. Seguir instrucciones paso a paso es una de las enseñanzas más valiosas que nos deja la preparación de alimentos, una actividad que nos permite estructurar nuestra forma de trabajar.

5. Preparar los ingredientes que se cocinarán, en apoyo a quien prepara los alimentos, nos enseña el trabajo en equipo.

Hagamos de la cocina no sólo un espacio de reunión e integración, aprovechémosla para enseñar y aprender.

El autor es Licenciado en Periodismo y chef profesional, conductor de televisión, creador de contenidos gastronómicos y embajador de marcas de alimentos.

@chefjuanangel