En los brazos de mi madre, el mejor refugio

La autora es chef y comunicadora.

Cuando somos muy jóvenes siempre nos queremos comer el mundo de un solo bocado, soñamos con viajar, hacer grandes negocios, estar bien financieramente, llevar una vida relajada y completa.

Para comenzar, siempre creemos que tenemos la razón absoluta, claro, ¡qué van a saber nuestros padres de eso si ya están pasados de moda!

Soy yo la que está enfrentando tal o cual situación y a mis padres les tocó una época distinta a la mía, así que por lo general no les hacemos caso a sus consejos porque en ese momento, de forma testaruda, nosotros somos los que conocemos el mundo al dedillo, es nuestro tiempo.

También nos gusta hacer negocios siempre, a todos, sin importar edad ¿a quién no le gusta ganar?

Muchas personas hacen negocios a costillas de otros, es decir, no les importan las necesidades de los demás con tal de llenar sus bolsillos de dinero, abusando a veces de los que menos tienen.

Lamentablemente lo vemos con mayor frecuencia en tiempos de carestía.

Pienso de manera personal que en las épocas de economía difícil, es cuando verdaderamente se conoce a una persona, existe gente con la que podemos tocar de todos los temas del mundo, pero jamás los económicos ya que los bolsillos son sagrados.

Me parece mezquino e impensable que alguien pueda dormir con la conciencia limpia haciendo negocios a costillas del dolor y la necesidad, ¡éste es el tiempo de todos! así que tenemos que ayudarnos y ayudar.

Si nosotros trabajamos unidos y ejercemos el “consume local” lograremos hacer la diferencia y ser más fuertes.

Si analizan un poco, ése siempre ha sido el consejo que nos dan nuestros padres y nuestros abuelos, pero nosotros no estamos preparados para enfrentar una situación como la que ahora estamos viviendo porque de manera curiosa, y digan lo que quieran, siempre que algo no va como lo deseamos, o pasamos por alguna crisis, nuestra elección es irnos a otra parte del mundo, tratar de comenzar de nuevo, buscar trabajo en otros países, lograr nuestra vida, relajada y completa en cualquier parte del mundo, menos en casa, ¿en qué lugar quisieras estar ahora?

Esta pregunta la he realizado estos días con mucha frecuencia, pero curiosamente, cuando todo falla, nos vamos al lugar más seguro del planeta, la respuesta casi general es en casa, en los brazos de mi madre, con mi familia, con los míos, ése es, señores, el lugar más seguro sobre la faz de la tierra.

Nuestros padres sanan todo mal con un beso, con una mirada, curan corazones rotos con una sopa de fideo, nos enseñan a trabajar en equipo, a ser leales, empáticos con los ajenos y con los nuestros.

Esto que ahora estamos viviendo jamás imaginamos que sucedería, y hoy nos toca regresar al origen, a valorar más lo que tenemos, no como alguien que fríamente dijo “al tinte de cajita”, eso es lo menos importante, estamos teniendo una sacudida muy buena y valorando a quienes tenemos realmente, y ¿saben una cosa? los brazos de mamá siempre estarán para cuidarte de todo mal, ahora te toca protegerlos tú a ellos.

La autora es chef y comunicadora.

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