Estoy en una película ‘gringa’

El autor es miembro fundador de la Sociedad de Parrilleros de Sonora.

Siempre me gustaron las películas y voy al cine desde que eran de doble función permanencia voluntaria en Los Gemelos del bulevar Luis Encinas y en el Cinema Hermosillo 70, de donde guardo gratos recuerdos de tirarme rodando de la loma que estaba debajo de la pantalla.

Ahí vi las grandes de ese tiempo: Star Wars, Encuentros Cercanos y Tiburón. Pero ni en mis más alocados sueños hubiera pensado ser partícipe de la película más grande de todos los tiempos, tan grande que a la fecha ningún director hollywoodense se hubiera imaginado la magnitud de la misma.

Todo comienza, dicen, con una sopa de murciélago mal hervida en un lejano país asiático que infecta de una enfermedad nunca antes vista a personas con el solo contacto y así la enfermedad avanza rápidamente a través de las fronteras, monitoreada las 24 horas por miles de celulares, memes, noticieros, noticias falsas, etcétera.

La cascada de información de todo tipo nubla a muchos la capacidad de acción, mientras esperas que no llegue a tu continente, a tu país, a tu estado, a tu ciudad y finalmente a tu casa.

Sin la necesidad de lentes 3D hemos visto y sufrido las largas colas en las tiendas con gente comprando, incitada por el pánico, cantidades enormes de papel de escusado como si uno de los efectos de dicha enfermedad fuera la diarrea. Abarrotan tiendas en forma desesperada repercutiendo en la escasez de productos de limpieza, geles y alcohol, haciendo que el mercado negro prospere.

Los políticos en turno sacan las mejores galas para aparecer en las noticias pues saben que las próximas piscas se acercan y es el momento de brillar; las declaraciones de las dependencias de salud anuncian el número de infectados y el pánico colectivo todavía se agrava más.

La cancelación de clases y eventos multitudinarios se contrapone con la gente que sale a vacacionar a la playa o de fin se semana al “otro lado” y produce la sensación de impotencia y miedo en las familias a algo que no conocían y jamás habían experimentado. La gente deja de salir a la calle, evitan saludar de mano porque no hay seguridad de que no estés infectado.

Esta película apenas va a la mitad y no te puedes salir de la sala porque la estás viviendo; esta pandemia universal ha sacado lo peor de esa raza humana egoísta, acaparadora y codiciosa, pero también hemos visto lo mejor de otros tantos que buscan tender la mano al necesitado. Esperemos que cada quien haga lo conducente y que esta película de la vida real tenga un final feliz.

El autor es miembro fundador de la Sociedad de Parrilleros de Sonora.

Correo electrónico: @jorgetapia33