La raíz de todos los males

La autora es chef y comunicadora.

Cada cabeza es un mundo, decía mi abuela y ¡cuánta razón tenía!

Cada mañana al leer las redes sociales y medios de comunicación nos encontramos con discusiones por cualquier cosa, el asunto aquí en esta maravilla de ventana pública es ver quién es más inteligente, quién tiene mayor argumento, quién gana una pelea en redes o quién sólo debate por ‘sacar el tapón’.

Analizando un poco los hechos de días pasados, los cuales me duelen profundamente, así como me duele leer las notas diarias de mujeres, niños y hombres violentados en México y en el mundo, creo que está difícil emitir una opinión abierta sin ser atacados por los dueños de la verdad absoluta.

Exigimos justicia, respeto, tolerancia, seguridad, paz y muchas cosas, que si en verdad las obtuviésemos, seríamos una nación mejor, pedimos todo aquello que no somos capaces de dar, creemos que por tener un teclado a la mano podemos hacer y deshacer a las personas a nuestro antojo, somos el todo poderoso en redes sociales, pero al salir a la realidad ni usted ni yo salimos con una escoba a barrer una calle mugrosa que no se ensució sola, que cientos de ciudadanos enojados con la vida y quizá luchadores sociales desde su teclado, sólo tiraron un papel, y así de papel en papel, ya tenemos la ciudad en un basurero.

Nos quejamos por las marchas que piden justicia a gritos y de manera desesperada y desesperante para muchos, pero ¿qué está haciendo usted para cambiar esa historia?, ¿está tomando acciones severas en el tema de tolerancia y sororidad?, ¿o esos temas sólo son pérdida de tiempo y usted sabe cómo salir avante sin necesidad de tanta tontería?

Alguna vez le comenté a un periodista local muy popular en el estado que la raíz de todos nuestros males es la educación y su respuesta fue: “¿sabes? eres muy peligrosa y eso no lo podemos decir al aire”.

Jamás me invitó de nuevo a su espacio. Les recuerdo que cada palabra que aquí escribo sólo es responsabilidad mía, no del impreso que de manera amable me brinda un espacio de expresión, así que hoy sólo me queda corroborar que en efecto, la raíz de todo lo que estamos viviendo sólo podemos combatirla con educación.

Si pedimos respeto comencemos por respetar, nadie puede opinar de lo que no conoce y menos emitir juicios con sólo ver las portadas de las vidas ajenas en redes.

Estudiemos sobre el verdadero significado de sororidad, exijamos justicia con argumentos firmes, dejemos de ofender, tengamos vida propia, leamos más sobre política, sobre leyes y respetemos las vidas ajenas.

Nadie sabe lo que pesa el costal sólo el que lo trae cargando.

Si en verdad queremos cambiar las cosas comencemos por nosotros.

Como decía mi abuela ‘cada cabeza es un mundo y todos merecemos respeto’.

Cuidemos cada palabra, todo lo que damos regresa, así que el cambio no está en el Gobierno ni en lo mucho que expresemos nuestra neurona en redes, está en cada una de nuestras acciones reales.

Estudia, habla sólo de lo que conoces, tú tienes el poder de destruir y construir, tú eliges qué clase de persona quieres ser.

La autora es chef y comunicadora.

mikafundacion@gmail.com