Las organizaciones oscuras

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

(SEGUNDA DE TRES PARTES)

Para comprender el funcionamiento de las organizaciones criminales en sus tres niveles: básicas, medianas y complejas, es necesario etiquetarlas en base a su tamaño, poderío económico, virulencia, capacidad de maldad, “estatus” social logrado y posible futuro.

De ahí que las básicas son una asociación de delincuentes plenamente focalizados y expertos en algún ramo: extorsión, secuestro, asaltos, fraudes.

Son de corta vida pues sus integrantes no viven con expectativas de largo plazo y mucho menos piensan en crear “franquicias” para expandirse.

Las organizaciones medianas, por su parte, suelen estar en esta categoría por su capacidad de sobrevivencia en una geografía determinada.

En este contexto, podemos visualizar bandas, sobre todo de asaltantes, cuya capacidad de movilidad les permite ubicarse en una zona determinada.

También existen aquéllas que emplean el mundo cibernético como su espacio para realizar su trabajo.

El detalle de este tipo de organizaciones es su focalización que no es muy clara en relación con el mundo que se construyeron y del cual se nutren, pero no quieren ir más allá.

Son conformistas, por culpa de sus liderazgos.

Y, por último, tenemos a las organizaciones criminales complejas, aquéllas que manejan grandes volúmenes de productos y requieren controles, estrategias y maniobras adecuadas sobre todo de logística, comunicación fluida y con una tesitura de respeto y finura apropiada, así como áreas o departamentos plenamente definidos en su accionar.

No es fácil sostener una estructura así, de ahí la existencia de códigos o políticas de trabajo y de comportamiento muy estricto para lo cual se requiere de administradores capaces de lograr el objetivo final: mayor rendimiento.

Los productos más redituables son: trata de blancas, huachicol, siembra y tráfico de drogas, venta de armas, contrabando de mercancías comerciales ‘pirata’, renta de piso y más recientemente, el tráfico de órganos.

La organización más conocida por la mayoría de los ciudadanos es el crimen organizado relacionado con el tráfico de drogas.

Sus integrantes se localizan en varios y diferentes departamentos, cada uno sabe su trabajo y las consecuencias de no aplicarse a las reglas establecidas.

La efectividad del liderazgo de quienes manejan este tipo de organizaciones es proporcional a su capacidad de negociación constante, pues su crecimiento no puede detenerse en virtud de los recursos obtenidos, que a mayor proporción requiere de más y más complicidades de todo tipo, pues crecen a su vez más las necesidades para el lavado del dinero, adquisición de equipos, dominios territoriales, con la carga de responsabilidades que esto conlleva.

Cuando hay actos de violencia suelen ocurrir por venganzas, cuyo origen se vuelve borroso a los años, pero se renueva con cada asesinato en un juego tétrico que no tiene fin.

El sostenimiento económico de estas organizaciones es lo que las mueve, de tal forma que el círculo de productividad relacionado con las drogas debe afinarse de manera constante, y cuando hay temporadas sin las ganancias programadas para mantener al ejército de integrantes, suele transmutar su trabajo a otro tipo de delitos diversos que les reditúe ganancias suficientes para seguir creciendo.

El manejo de la zozobra como herramienta de permanencia y de poder suele ser esencial, de ahí que una rotación adecuada de personal -administrativo y operativo-, permite a los líderes mantener a raya la obsesión natural humana por ocupar el puesto principal de la organización.

Otra capacidad con la que cuentan, es la relacionada con los cambios propios o sustitución rápida de jefaturas intermedias.

Dependiendo de la zona o plaza, suele ocurrir que, al desaparecer físicamente el líder, éste sea sustituido por el segundo de a bordo, o bien, el tercero o cuarto en el mando.

De tal forma que siempre habrá un responsable que deberá atender las necesidades organizacionales, sobre todo en la toma de decisiones.

¿Cuándo se puede observar el deterioro de estas organizaciones?

Curiosamente cuando los líderes salen del ostracismo, entran al territorio público y se ponen en la mira de las redes sociales que son difíciles de contener y se han convertido en la moderna némesis de la sociedad que de alguna manera fustiga a los más protagónicos.

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

Consultor en Competitividad Organizacional con doctorado en Administración Pública.

Correo electrónico: archivoconfidencial@hotmail.com

Twitter: @Archivoconfiden

https://www.facebook.com/armando.vazquez.3304