La alimentación un bien para todos, un mal para pocos

El autor es Licenciado en Nutrición y asesor capacitador.

La alimentación puede convertirse en un arma de doble filo porque si no tenemos una educación nutricional y no moderamos lo que comemos, traerá consecuencias directas, no sólo a nuestra salud, si no también a nuestra apariencia física.

De hecho, nuestro cuerpo nos va dando avisos preventivos cuando nos estamos excediendo con algún nutrimento o en general en la ingesta de alimentos.

Por poner un ejemplo: Todos tenemos conocidos con sobrepeso u obesidad con pequeñas manchas oscuras en el rostro, pecho o en la nuca y simplemente no le damos importancia o ignoramos ese signo, que en la mayoría de los casos es un reflejo de resistencia a la insulina llamado acantosis nigricans, así mismo a veces presentamos síntomas como pérdida de cabello, piel reseca, decoloración de la piel, ojos irritados, mayor fatiga al realizar actividades cotidianas, nuestro cuerpo nos va avisando, pero pocas veces le hacemos caso y el aviso más notorio, es el aumento de tejido adiposo en nuestro abdomen, cintura y cadera.

La alimentación no debería de ser un tema tan complicado, nosotros lo volvemos así y entiendo perfectamente que es difícil hacerse una cultura de comer sano de evitar tentaciones, porque al final de cuentas nuestro paladar tiene un sentido del gusto, pero ante todo tiene que sobreponerse nuestra fuerza de voluntad.

Cuando ya se presenta una enfermedad crónica es cuando realmente hacemos algo por nosotros o el familiar afectado. Al paciente hipertenso o cardiópata se le dice que hay que reducir el consumo de sodio en su día, al diabético bajarle al consumo de azúcares, al paciente renal se le prohíbe hasta el consumo de agua al día, ese vital líquido que nos mantiene hidratados y cognitivamente trabajando correctamente, a ellos se les tiene que restringir, junto con alimentos ricos en potasio o hierro, ¿te imaginas no consumir tomate o frijoles por no haberte cuidado, cuando sí podías?

En general no ocupamos ser pacientes de ninguna especialidad o tener algún tipo de enfermedad para empezar a tomar cartas en el asunto, todos sin importar si estamos sanos o no, deberíamos bajarle a la sal, azúcar, embutidos, harinas y tratar de hacer una vida más sana, por nosotros y por los que nos quieren.

 

 

El autor es Licenciado en Nutrición y asesor capacitador.