Pilotear sin instrumentos

El autor es presidente de Coparmex Sonora Norte @afdezdg

Uno de los organismos autónomos de mayor relevancia para México es el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Su labor no es menor, es responsable de normar, captar y difundir información de México en cuanto al territorio, los recursos, la población y economía, que permita dar a conocer las características de nuestro país y ayudar a la toma de decisiones.

El INEGI es nuestro vigía más objetivo y confiable. Es gracias a esta información que podemos saber lo que en realidad sucede y no tenemos que depender de “otros datos” proporcionados en conferencias diarias, cada mañana.

También el INEGI nos ahorra la riesgosa dependencia del impresionismo. Como bien dice Federico Reyes Heroles, México es el país del “impresionismo” pues dependemos del “me da la impresión que…”. También nos evita caer en el peligroso deporte de la especulación. Una manifestación de madurez política es basar nuestras opiniones en el dato duro que genera la estadística, y no hay fuente más confiable para ello que el INEGI.

Sin embargo, el disgusto del ejecutivo federal por los contrapesos no es ningún secreto, por eso no extraña que se venga desarrollando, de manera sostenida, una serie de campañas que parecieran estar diseñados para debilitar a varios organismos autónomos incluyendo el INEGI, el CONEVAL, el INE, la CNDH entre otros. La campaña de debilitamiento incluye acciones que minan sus capacidades institucionales como el recorte presupuestal.

Lo que no se mide, no se puede mejorar, por lo que resulta importante generar consciencia de que recortar recursos en materia de generación de datos e información tendrá como consecuencia una pérdida de eficiencia y eficacia en la administración pública. Esto resulta contraintuitivo para un Gobierno que ha hecho de la austeridad una de sus banderas. Hay que reconocer que dependencias de gobierno y programas poco eficientes tiran en la dirección contraria.

Este 2019 el INEGI experimentó recortes por el orden de los 500 millones de pesos afectando por lo menos a 19 encuestas de gran importancia. Para hacer una analogía, lo anterior es como pilotear una aeronave, pero sin un panel de control. Lo alarmante es que esa es la forma en la que se está conduciendo al país y la experiencia nos dice que esto no suele terminar bien.

Desde el ejecutivo federal se vislumbra una intencionalidad dirigida a debilitamiento institucional de cada organismo que suponga un riesgo para su narrativa. Poco importa que, en el intento se deconstruya el producto de años de esfuerzo y exigencia por parte de la sociedad civil.

Es por esto que debemos de defender al INEGI con uñas y dientes. Y sí, al INEGI, pero también a otros dos bastiones de nuestra economía y democracia que son, el Banco de México y el INE. Si estos tres caen en manos del partido en el poder, el retroceso sería un salto cuántico y las consecuencias desastrosas.

 

 

 

El autor es presidente de Coparmex Sonora Norte

@afdezdg