Hablemos de micromachismos

Profesora del TEC Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

En una sociedad donde las mujeres buscan condiciones de igualdad, es aterrador pensar que nosotras mismas perpetuamos un modelo que da privilegios a los hombres.

Reclamamos derechos laborales, sociales y sexuales, pero somos víctimas y victimarios cuando se habla de micromachismos.

Los micromachismos son manifestaciones, sutiles, que normalizan las conductas machistas y las vuelven parte de la cultura cotidiana.

El término fue utilizado por primera vez en 1990, cuando el psicólogo argentino Luis Bonino lo usó para definir “aquellas conductas masculinas que sobreponen la autoridad de los hombres por encima de la de las mujeres”.

Lo complejo es que estas conductas se hacen presente en todos lados:

El hogar, la oficina y el espacio público.

Pero ¿por qué es tan importante identificar los micromachismos?

Porque no podremos hablar de igualdad de género si no somos capaces de eliminar este comportamiento.

En el hogar, pensar que el cuidado de los hijos corresponde a las mujeres y los varones “ayudan”, es una de las conductas micromachistas más comunes.

Frases como “Te ayudé a poner una lavadora”, “Yo hago el favor de ir por los niños”, “Ya sabes cocinar, ya te puedes casar”, nos deja claro que tenemos mucha tarea pendiente para que hombres y mujeres se asuman corresponsables en labores de crianza y del hogar.

La normalización del micromachismo es una de las causas que explica por qué las mexicanas dedican casi cinco veces más tiempo que los mexicanos al trabajo de cuidado no remunerado.

En total, 80% del trabajo del cuidado lo realizan mujeres, los hombres aportan el 20%.

Así continuaremos si educamos a las niñas para que estén atentas a las necesidades del hombre, como si la única misión que tenemos en la vida es atenderlos.

En la escuela, los uniformes pueden ser un ejemplo de conducta machista normalizada: faldas para las niñas, pantalones para los niños; deportes para hombres y las mujeres porristas.

Esto educa niñas para que vivan siempre a la expectativa de lo que el varón logra, para aplaudan sus victorias.

En el terreno laboral aún escuchamos frases como:

“Seguro consiguió ese puesto porque se acostó con alguien”, “seguro la jefa anda en sus días”.

Y sí, también las hemos normalizado y las dejamos pasar como si no tuvieran un efecto en la vida de las mujeres.