La alimentación es clave

El autor es Licenciado en Nutrición, Nutriólogo en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

En la actualidad es común ver cómo la nutrición se ha vuelto una ciencia subestimada en la que mayor parte de las personas y sociedad en general tratan de llevar un plan de alimentación por sí mismos, por recomendación de la vecina, del entrenador, del coach o cualquiera otra persona, menos de un especialista en el tema.

Culpa de esto la tenemos los mismos especialistas y profesionales de nutrición, dado que no somos efectivos comunicando, transmitiendo y empatizando con un público y una sociedad con temas de relevancia en este ámbito.

En ocasiones hasta pareciera que entre mismos colegas sólo hay contradicciones y parece complicado ponerse de acuerdo con tantas variables de la nutrición.

Y esa es una realidad de la que es preocupante hablar.

¿Por qué es tan cambiante la nutrición?, ¿Por qué hay tantas directrices e información tan diferente entre especialistas del mismo ámbito?

La nutrición es una ciencia relativamente “nueva” en comparación con otras, por ende, los estudios que la respaldan también son “nuevos”, no cuentan con los años de respaldo ni grupos de ensayo o poblaciones a gran escala que los sustenten, razones por las cuales hay tanta variabilidad.

Por poner algunos ejemplos, hay temas que siempre están y estarán en tela de juicio, son contradictorios, como el huevo y el colesterol, si es dañino o no; el tema de la leche, la carne roja o el azúcar, por poner algunos ejemplos.

La cuestión está en que “no hay alimentos buenos ni malos”, sólo patrones de conducta personales, así mismo el tema de la alimentación y nutrición depende de muchos factores biológicos, bioquímicos, digestivos, la edad, las mismas propiedades del alimento, por tal motivo lo que a un cuerpo le funciona muy probable a otro no.

De ahí radica la importancia de buscar el asesoramiento de un profesional en nutrición, que evalúe, diagnostique y elabore un plan de alimentación acorde con las necesidades energéticas y fisiológicas de cada persona.

Aunado a todo esto hay detalles a los que debemos darles más importancia, como la correcta lectura de etiquetas, las consecuencias de un exceso de consumo de embutidos o carnes rojas, las alteraciones de la glucosa en sangre, por exceso de azúcar en la dieta, entre otros, pero en ocasiones satanizamos un alimento y lo evitamos totalmente.

No pasa nada si un día comemos un sándwich de jamón y queso porque no tuvimos tiempo de cocinar, o si un día nos excedemos con dos cucharadas de azúcar en el café, si otro día tenemos el antojo de una pizza o comer unos tacos, porque en alguna ocasión no nos dio tiempo de cocinar.

Recuerda moderarte, evitar los excesos, cuidar tu alimentación y volvemos a lo mismo:

“No hay alimentos buenos y malos, solo patrones de conducta”.