La llegada a Hermosillo

El autor es pitcher de los Sultanes de Monterrey, Nuevo León.

Fue a los 11 años cuando por un torneo de beisbol llegué a Hermosillo por primera vez.

Recuerdo que estaba muy emocionado, respirar nuevos aires, a esa edad conocer otras cosas, está por demás decir que todo me encantó, desde las riquísimas coyotas, los burros percherones, la cabrería, etcétera; pero lo que más me llamó la atención e hizo que congeniara con esta tierra fue la gente, conocedora del beisbol.

En esa época fue cuando por primera vez supe de los Naranjeros y conocí su rica historia, en ese momento llegué a soñar con jugar algún día con ellos.

El estadio Héctor Espino me inyectaba más amor por el beisbol, sin saber que después de siete años lograría realizar ese sueño de debutar como jugador profesional con la Naranja Mecánica.

Pero antes de jugar para los Naranjeros pasé un tiempo en la Liga Norte de Sonora, donde me abrieron las puertas los equipos Membrilleros de Magdalena y los Internacionales de Nogales; muy bonitos recuerdos tengo de esos tiempos en los que jugamos en San Luis Río Colorado, Sonoyta, Puerto Peñasco, Caborca, Altar, Santa Ana, Cananea y Agua Prieta; por eso siempre llevo a Sonora en mi corazón, ya que fue el Estado que me abrió las puertas para empezar esta bonita aventura.

En esta nueva etapa de la Liga Mexicana del Pacífico que está celebrando su 75 aniversario, entraron los equipos Algodoneros de Guasave y Sultanes de Monterrey, y me siento bendecido, porque ahora formo parte de otro gran equipo Sultanes y tener la oportunidad de todo el año jugar en mi tierra natal.

Claro, extraño mucho el estar en Hermosillo, recordar esos campeonatos que me marcaron, el estar rodeado de tantos caballos del beisbol que me enseñaron ante todo la humildad y el respeto por este gran deporte, pero bueno esas anécdotas vendrán más adelante. Se despide su amigo El Perrón 54.