Resurgimiento del conflicto en Ucrania

Resurgimiento del conflicto en Ucrania, escribe Mauricio Meschoulam

El conflicto ucraniano está reviviendo. En realidad, se trata de un tema irresuelto, pero el último cese al fuego en 2020 había resultado bastante más efectivo que los previos. Sin embargo, debido a nuevos enfrentamientos, se teme que la situación escale. Hay factores relacionados tanto con Ucrania como con Rusia que complican las cosas.

En marzo, Ucrania llevó a cabo ejercicios militares en su frontera con Crimea. Rusia condujo también ejercicios dentro de esa península y en su frontera con Ucrania. Pero tras los ejercicios del 23 de marzo, las tropas rusas han permanecido en la zona y desde entonces el Kremlin se ha mantenido acumulando tropas en esa frontera.

La violencia entre separatistas prorrusos y el ejército ucraniano se multiplica.  EU ha levantado sus niveles de alerta. La OTAN expresa su preocupación. Biden pide a Putin reducir las tensiones   le ha invitado a sostener una cumbre. Comparto unas notas al respecto:

1. Recordar que, a partir de un movimiento social en 2014 alimentado por factores internos e internacionales, Moscú consideró que la situación en Ucrania representaba un riesgo para su  seguridad nacional.

Esto resultó esencialmente en dos dinámicas: la independización y posterior anexión a la Federación Rusa de la península de Crimea, y una rebelión separatista en el este ucraniano que ha sido apoyada por Moscú de distintas formas. Ambos temas permanecen irresueltos desde entonces.

2. Hacia 2014, las respuestas de Rusia, buscaban al menos dos fines: (a) mantener un nivel de influencia en un país que es considerado históricamente estratégico y perteneciente a la órbita de Moscú, y que, dados los sucesos de ese año, se escapaba del control del Kremlin, y (b) enviar un mensaje de fuerza a Occidente para que se mantuviese alejado de su órbita.

3. Para alcanzar esos objetivos, Rusia ha ejercido desde entonces una combinación de estrategias que han incluido la intervención militar de bajo perfil en Crimea y la anexión de dicho territorio a la Federación Rusa, tras el referéndum organizado e implementado por la población rusa de esa localidad y respaldado por el Kremlin; el apoyo a veces más, a veces menos abierto a grupos separatistas denominados “prorrusos” en diversas zonas del este ucraniano; despliegues de decenas de miles de tropas en su frontera con Ucrania, y al mismo tiempo, un esquema de negociaciones. Mientras sus intereses de seguridad e influencia fuesen garantizados, Putin accedía a negociar y contribuir a desactivar el conflicto.

En  cambio, cada vez que sus intereses se han visto amenazados, el conflicto es reactivado.

4. Con todo, los hechos más recientes reflejan la confluencia de complicaciones internas (pandemia, crisis económica y problemas políticos) y externas en ambos, Ucrania y Rusia. De manera tal

que tanto para Kiev como para Putin, la reactivación del conflicto podría resultar útil para desviar la atención de lo interno explotando el sentimiento nacionalista, pero también porque revive los mensajes que eran continuamente enviados en aquel 2014: del lado ucraniano, un llamado a Europa, a la OTAN y especialmente a Washington para apoyar mucho más sólidamente a Kiev; del lado ruso, un mensaje de fuerza, y una muestra de la gama de alternativas existentes para generar inestabilidad en Europa cada vez que sus intereses se vean amenazados.

Es decir, Ucrania es, para Moscú, un poderoso instrumento que le permite negociar temas de relevancia, lo que incluye las más recientes sanciones impuestas a Rusia por parte de la UE y de EU.

Es indispensable reactivar los  mecanismos que ya existían para reducir las tensiones y se busque la mejor salida posible antes de que la situación se complique más.

Analista Internacional