Covid y terrorismo: el caso afgano

Covid y terrorismo: el caso afgano, escribe Mauricio Meschoulam

Por Mauricio Meschoulam

Con pandemia o sin ella, cuando las situaciones de fondo no son resueltas desde la raíz, tienden a resurgir, normalmente con fuerza.

Lo que ha hecho el Covid es, primero, obscurecer varios de esos asuntos irresueltos. Segundo, el Covid ha ocasionado que muchos actores pausen sus actividades y temporalmente se enfoquen a reorganizarse o adaptarse, pero solo temporalmente.

Está, por ejemplo, lo ocurrido en Afganistán. Dos atentados terroristas el mismo día con decenas de muertos, incluidas varias madres que acababan de dar a luz, y dos de sus recién nacidos. ¿Cómo siquiera empezar a explicar esa clase de violencia?

1.- Desde 2018 Trump entabló un diálogo con el liderazgo talibán, y hace poco se logró un acuerdo que incluye un calendario para el retiro completo de tropas estadounidenses de ese país, un cese al fuego permanente, la liberación de presos y el inicio de las conversaciones entre los talibanes y el gobierno del presidente Ghani a partir del 10 de marzo de este año.

2.- El Gobierno afgano fue prácticamente aislado de las pláticas en aquella primera fase y se sintió excluido del proceso. Como resultado, pretendió demostrarlo enviando mensajes como su negativa a liberar los presos que, según Ghani, él nunca acordó liberar.

3.- Desde el 10 de marzo, hubo varios intentos para activar el proceso de negociaciones entre Kabul y los talibanes, pero no se tuvo el éxito que Washington esperaba. Las tensiones entre los talibanes y el gobierno siguieron escalando.

4.- Es en ese punto que llega el Covid a Afganistán, provocando una enorme preocupación y gran temor entre la población y las autoridades. Pero no siendo suficientes las condiciones de precariedad con las que ese país tiene que enfrentar la crisis sanitaria, la guerra armada retorna con fuerza, y ya desde abril los talibanes relanzan su ofensiva.

5.- En este contexto, ocurren los dos atentados del 12 de mayo. Los talibanes han negado cualquier participación en ellos. La filial afgana de ISIS asumió la autoría de uno de los dos ataques. El Gobierno afgano responsabiliza a los talibanes de ambos atentados. Y la Casa Blanca, por su parte, decide creer a los talibanes y les exime de toda responsabilidad.

6.- La rama de ISIS en Afganistán en realidad está constituida por extalibanes que en su momento se inconformaron con el liderazgo talibán y decidieron unirse a la causa global del Estado Islámico. Pero se sabe que los contactos entre esos extalibanes y su antigua organización nunca se rompieron del todo. De hecho, uno de los compromisos de los talibanes en su acuerdo con Washington era que ellos “detendrían cualquier clase de terrorismo en el país”, incluidos los ataques perpetrados por ISIS u otros.

7.- Al asignar a los talibanes la responsabilidad de los atentados, el gobierno afgano busca comunicar que sean o no sean ellos los perpetradores directos, si acaso desean que el proceso de paz tenga éxito, deberán controlar a todas las facciones terroristas. Pero la realidad es que esto es demasiado complicado.

8.- Lo que se observa más bien, son las consecuencias de la urgencia de Trump para retirar las tropas de Afganistán justamente en año electoral: la guerra y el terrorismo retoman el mismo curso de los últimos años. Afganistán es, tristemente, desde hace muchos años, una lección de cómo la paz no es algo que responde a las prisas de las campañas electorales como la de Trump, sino que necesita ser construida, palmo a palmo, involucrando a todos los actores y a todos los factores políticos, económicos y sociales. Eso tarda y cuesta trabajo. Analista internacional