Tiempos violentos: el debate sobre la construcción de paz

A raíz de los lamentables sucesos de las últimas semanas, en algunos sectores dentro y fuera de México se ha producido un debate acerca del enfoque para combatir al crimen organizado, o acerca de si una estrategia de "pacificación" o "construcción de paz" tiene sentido. Un editorial del WSJ, por ejemplo, critica la existencia de un "proceso de paz" y la adopción de "modelos de justicia transicional" como "palabrería izquierdista que quiere decir rendición". El problema es que a la ya enorme confusión que prevalece tras la violencia, hay que añadir ahora la confusión conceptual. Tener claras las ideas permite, al menos, ordenar el debate.

Primero, no es lo mismo pacificar que construir paz. Pacificar o hacer la paz (peacemaking) consiste en separar a las partes de una guerra o un conflicto armado, detener la violencia entre dos o más actores. El hacerlo, atiende el aspecto negativo de la paz (ausencia de violencia) y es una condición necesaria, aunque insuficiente para su consecución integral. Mantener la paz (peacekeeping) consiste en asegurarse de que ese estado de paz negativa se sostenga a través del tiempo.

Construir paz (peacebuilding) se refiere, a edificar las "actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen a las sociedades pacíficas" (IEP, 2019). Segundo, el Instituto para la Economía y la Paz identifica ocho columnas o indicadores en los que las sociedades más pacíficas del globo, de manera clara y constante, muestran mejor desempeño que las sociedades que carecen de paz. Existen fuertes correlaciones de causalidad entre el buen desempeño en varias de esas columnas y el nivel de paz negativa de los 163 países medidos. Esto no significa que el peacemaking y el peacekeeping carezcan de importancia. No se pueden edificar instituciones o estructuras de paz positiva sin contener y disminuir los picos de violencia existentes en países como el nuestro. Una aproximación sistémica entonces, requeriría de estrategias eficaces de corto plazo para la contención primero y luego la reducción de la violencia, estrategias para sostener esas reducciones de violencia cuando se alcancen, y estrategias también de corto, mediano y largo plazo para construir una mayor solidez en cada uno de esos pilares.

Tercero, además de la ausencia de violencia directa y violencia estructural, la paz negativa también incluye la ausencia de miedo a la violencia, un tema adicional que necesita ser atendido. Cuarto, la violencia que estamos viendo parece indicar que frecuentemente la toma de decisiones por parte de grupos criminales no obedece a criterios racionales o estratégicos. Esto importa porque, ausente la racionalidad, se requiere replantear todo el esquema para atender de forma diferenciada los casos correspondientes. Quinto, las circunstancias que estamos viviendo en México no pueden ser planteadas solo desde lo local, sino que atraviesan fronteras y continentes.

Hay más temas, pero estamos viviendo situaciones de crisis que son el producto de factores sistémicos que tienen décadas de no funcionar adecuadamente, y que, a la vez, contribuyen a la erosión de esos mismos factores descompuestos. El mayor problema es que ante circunstancias así, no funciona atender solo algunas de las partes de ese complejo entramado. Sin embargo, un primer paso es entender cada uno de esos distintos componentes, diseñar estrategias integrales a aplicarse, definir los tiempos para cada uno de esos rubros, diferenciando regiones, localidades y casos. Estamos ante retos muy complicados, pero, lamentablemente, ello no nos exime de afrontarlos.

Mauricio Meschoulam
Twitter: @maurimm
(Analista internacional)

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